La exposición “Renacer”, protagonista en la inauguración de la Casa de Los Irurita de Lorca

Los Terremotos de 2011 la condenaron al derrumbe, pero el buen hacer del arquitecto Juan de la Hoz permitió que que este caserón del Siglo VI pueda seguir vigilando los pasos de todos aquellos que pasan por la histórica calle Corredera. Anoche, con la exposición “Renacer” como protagonista, la casa más antigua de Lorca se vestía con sus mejores galas, eso sí tras tres años de impecable restauración, para acoger la sede de la Fundación Lorquimur, dedicada a la promoción y difusión de actividades relacionadas con las bellas artes, la cultura y la conservación del patrimonio arquitectónico. La restauración ha precisado una inversión que ronda el millón de euros, contando con una subvención de algo más de 428.000 euros de la Comunidad Autónoma a los propietarios al tratarse de un inmueble protegido.

Al acto asistieron el presidente de la CARM, Fernando López Miras; el delegado del Gobierno, Francisco Jíménez; la Consejera de Cultura María Esperanza Moreno; el alcalde de Lorca, Diego J. Mateos Molina y miembros de la Corporación Municipal, además de representantes de la Semana Santa de Lorca, Federación San Clemente, Asociaciones y muchos amigos que no quisieron perderse este acto.


La rehabilitación del inmueble se incluyó por el Gobierno regional en el Plan Director de Recuperación del Patrimonio Histórico de Lorca dañado por los seísmos y el resto de los costes de recuperación han sido asumidos por la propiedad, en parte con la indemnización recibida en su día por el Consorcio de Compensación de Seguros.

Ubicada en el número 67 de la calle Corredera, la Casa de los Irurita o de los Pérez-Monte, también conocida como edificio Castelar, es una construcción del siglo XVI de estilo renacentista que ha sufrido numerosas reformas y que, antes de los seísmos de 2011, ya presentaba un importante estado de abandono y deterioro, por lo que se llegó a barajar su derribo.

Durante la restauración del edificio de tres plantas, que fue mandado a construir por el capitán Sancho Martín Leonés con el fin de que albergara la residencia familiar, ha aparecido sobre la crujía de la planta alta un mirador con pilastras de ladrillo tallado y cubierto por una artesa de madera.

Aunque definían los huecos de la fachada no eran balconadas, sino una ‘loggia’ o galería exterior cubierta con una armadura de cuatro paños con escudetes en los lados menores.

El proceso de recuperación ha conseguido devolver a este palacio la categoría perdida, al descubrir todos los techos de artesonado de madera de gran calidad, además de restos de arcos, hornacinas, puertas, sillerías talladas y pinturas que representan barcos, parejas de soldados a pie y personajes ataviados con vestidos de época.

Esta web utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de usuario. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies