Deuteronomio

Hay veces que los políticos en los que has depositado tu confianza (parcial, porque es más saludable no depositarla completamente) te dejan con la boca abierta, con el cuerpo muerto, con los pies colgando. Ya pasó con Felipe (González, por supuesto) cuando nos pidió que votáramos a favor de integrarnos en la OTAN en aquel referéndum del mismo nombre. Aquello nos descolocó a muchos. Y para joder ese bandazo utilitarista, que no ideológico (creo, espero), votamos por primera vez en su contra. Luego volvimos a castigarlo cuando no supo atajar a los chorizos que se acercaron al PSOE para robar. Por hablar claro, digo. Y castigado está, desde entonces.

La mayoría le quitamos del Gobierno, para siempre. Por miope. Lo que no quita para que le queramos pero, oye, si patina el líder, no vamos a patinar toda la infantería.
Ahora, el jefe del Gobierno, legalmente establecido y votado, de nuevo, por la mayoría de los españoles vuelve a dar indicios de patinar ligeramente. Y a ver qué hacemos ahora los peones. Cuando se ha mostrado como un adalid de la izquierda, en su aspecto económico y sobre todo ideológico, por cuanto laico, va y nos lee la Biblia.

Y nos quedamos boquiabiertos. Como los rapes. Es lo último que esperábamos muchos del máximo represententante del Partido Socialista Español. Que nos leyera la Biblia. Como tampoco esperábamos que un inepto presidente regional despreciara ordenadores para los niños de Murcia. Y eso, ambas dos cosas, nos cabrean un montón. Leches ya.

Ni uno ni otro están donde deben estar. Se han perdido, están confusos. Unos por despiste y otros por mala leche congénita. Y como a algunos nadie nos paga por las adhesiones inquebrantables, pues se dice y santas pascuas. Posiblemente será estratégico que Zapatero le pase la mano al negrito americano. No lo creo, pero alguien pensará que era necesario. Me importa un rábano. La dignidad está por encima de ello y donde digo Diego no puedo decir digo. Lo mismo les pasará a la peña del PP, ofendidos por sus dirigentes/as valencianos/as, por ejemplo. Cada cual que se lama sus llagas. A lo que vamos: Europa y España debieran estar por encima de que Estados Unidos nos dé el visto bueno.
Tenemos más nivel que ellos en todos los sentidos, menos en el militar, pero ya claudicamos con Felipe como para pasarle la mano cada año, every year, coñe ya. Que lo que seamos lo seamos por nosotros mismos, sin pedir permiso al amo, leches ya. Que dimos lugar a la cultura griega, a la romana, que inventamos la democracia. Y ellos están en el nivel de pre-escolar todavía.
Ir a leerle la Biblia es claudicar ante la soberbia del chulo del barrio, es reirle la gracia, es prestarse de lila a la afrenta que tenían premeditada desde la época del tal Bush. Que la tenían guardada, no lo dudéis.

Que aquí todavía hay un nivel, una experiencia, que cuando ellos llegan nosotros ya estamos volviendo un rato largo, que el tener más bombas y más gordas no significa que haya que humillarse ante ellos todo el puto día. Que ellos lo que más han demostrado es que si sus empresas necesitan implantar dictaduras y comprar presidentes en el resto de los países americanos, pues se imponen y listo. Cuesten los muertos que cuesten.

Que hay que tratar al otro con respeto, sí, pero cuando el otro te responde con el mismo idem contigo. No parece recíproco el respeto de uno a otro lado del Atlántico, que afortunadamente nos separa, porque en Europa nos respetamos un poco más, somos del mismo nivel de diálogo, con una Historia similar y compartida, que cuando nosotros tenemos más de dos mil años, ellos acaban de cumplir poco más de doscientos, que le llevamos diez veces ventaja, coño ya. Que no es cuestión de humillarse ante ellos.

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