Cambio climático

Es curioso el hecho de que algunos países, y más concretamente algunos dirigentes de esos países, parezcan creer que lo del cambio climático “no va con ellos”, o que el hecho de ser una “megapotencia mundial” les va a permitir que los efectos de este cambio no se dejan sentir sobre sus territorio.

Y debe ser que, realmente, están convencidos de eso, porque de lo contrario no se puede entender que precisamente sean ellos, que curiosamente también son los países más contaminantes, los que más reticencias ponen a la hora de acatar las propuestas de instituciones tan serias como el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) que recomienda estabilizar, en un nivel más bajo que el actual, la concentración de partículas de CO2.

No obstante, pese a que la situación es preocupante, aún queda un halo de esperanza ya que los expertos de más de 150 países, reunidos estos días en Bangkok, han afirmado con rotundidad que frenar el cambio climático es posible, y lo que es más positivo, por poder servir como argumento de presión ante determinados e inmorales dirigentes mundiales, que hacerlo ahora y de forma gradual sería mucho menos costoso, económicamente, que esperar. Los especialistas afirman que mantener el nivel actual de partículas de dióxido de carbono en la atmósfera supondría el 0,3% del Producto Interior Bruto (PIB), mientras que comenzar la reducción de forma gradual desde este mismo momento tan sólo se cifraría en el 0,12% del PIB.

Este es, por tanto, el momento para que organismos como la ONU empiecen a actuar con mano dura, obligando, y lo que es más penalizando a quien no lo haga, a cumplir con estas obligaciones medioambientales e impidiendo que las augurios más fatalistas de las comerciales producciones cinematográficas americanas se conviertan en realidad.