La pasión roja

Ha tenido que pasar casi medio siglo para que la selección española absoluta de fútbol volviera a repetir la hazaña de 1964 y se proclamara campeona de Europa. El bombardeo de imágenes rememorando el gol de Marcelino al mítico portero soviético Yashin, conocido como ”la araña negra”, ha sido el pan nuestro de cada día desde el pasado 29 de Junio, fecha histórica para el balompié español. Sin embargo, ha sido menos recordado el hecho de que 4 años antes el dictador Franco boicoteara la eliminatoria contra la U.R.S.S. Y que en 1964, su ministro, José Solís, tuviera que convencer al dictador (según cuentan, entre engaños) para que España pudiera medirse a los soviéticos en aquella final disputada en Madrid y que congregó a 80.000 aficionados que se conjuraron para batir al “diablo rojo”.

Pero volvamos a la actualidad. Es hora de saborear las mieles del triunfo, es hora de enterrar a los cenizos y a los palmeros del mal fario. Es el momento para que nos demos cuenta de que en Europa ya no somos sólo líderes de otros deportes como el automovilismo, el tenis o el baloncesto. Que además de Fernando Alonso, Nadal o Gasol, también somos reyes del deporte rey. Y lo somos, a mi juicio, porque han confluido varios factores. El primero de ellos, un grupo de jugadores abanderados por los que ya son conocidos como “los grandes bajitos”. Una generación sin complejos que ya han sido, casi todos, campeones en categorías inferiores y ahora repiten con la absoluta. El segundo, sin duda, el mister. Luis Aragonés, pese a todas las críticas que tuvo que sufrir por negarse a convocar al madridista Raúl, ha aguantado carros y carretas para lograr que este país gozara de un deporte que han elevado a la categoría de arte. Y tercero, porque los aficionados de la roja hemos creído en ella desde el momento en que Villa mostraba sus credenciales con 3 estocadas de muerte a Rusia en el primer encuentro de esta Eurocopa.

Difícil, muy difícil sería destacar algún jugador sobre los demás. Ha sido el conjunto el que nos ha hecho campeones. Pero, con la licencia de todos ustedes, me permito dar mi opinión de simple aficionado y exjugador en mis tiempos mozos.

Para empezar, Casillas. El portero del Real Madrid ha demostrado lo que ya sabíamos muchos. Que es el mejor portero del mundo. El mismo día que enterramos la maldición de cuartos y nos tomamos justa “vendetta” de los italianos, “San Iker” desplazó al portero italiano Buffón a la segunda plaza. No quiero olvidarme tampoco de los dos suplentes de lujo que tuvo Iker. A Pepe Reina y a Palop. Ni del detalle de este último luciendo la camiseta que Arconada, portero de la selección española en 1984, vistiera en la fatídica final de París cuando Michel Plattini, actual presidente de la UEFA, le marcara en un libre directo aquel gol que se le escurrió entre las manos en el grandioso estadio del Parque de los Príncipes de Paris. El propio Plattini enterró esa leyenda negra invitando a presenciar la final al gran portero vasco. Todo un detalle.

Continuamos con la defensa. Era quizás la línea que más dudas me planteaba. Sergio Ramos, un portento físico, a pesar de un comienzo dubitativo que necesitó de los consejos del “sabio de Hortaleza”, pasó el examen de la banda derecha con nota. Los centrales demostraron ser unos colosos. Tanto el azulgrana Pujol como el valencianista Marchena, no regatearon esa garra que siempre nos ha caracterizado.
Para parar al sueco Ibrahimovic, al italiano Luca Toni o al alemán Klose, había que echarle muchos testículos. Capdevila, carrilero por la izquierda también supo estar a la altura de una defensa gladiadora que se mostró intratable siempre.

Con respecto al centro del campo, sólo hay que quitarse el sombrero y reconocer que los “locos bajitos”, los jugones o como los queramos llamar, nos han deleitado con fútbol de primera clase. O sea, canela fina. Desde el descaro de Iniesta, pasando por el descubrimiento de un extraordinario Senna y un sensacional Cazorla, al desparpajo de Silva y la verticalidad de Cesc Fabregas. Y qué decir de ese genio que se llama Xavi y milita en F.C. Barcelona.

Llegamos a la zona “caliente”, donde se reparte el bacalao. Arriba, en la punta de ataque, tres primeros espadas. Dos matadores que han encandilado a todo el mundo. Villa se ha ganado a pulso el apelativo de “maravilla”, ese que le gritaba la afición después de sus 3 “chicharros” a los rusos o el gol en el descuento a los duros suecos bajo la lluvia y el cielo austriaco. ¿Qué decir del “Niño Torres”?. Pues que se ha graduado y madurado en la Gran Bretaña. Evidentemente y visto lo visto, “retrató” con su electrizante gol en la final de Viena a toda la defensa de un equipo que ha sido campeón del mundo y de Europa. Y el niño se hizo hombre. Y nos hizo felices a todos los amantes del espectáculo y del deporte. Del arquero Güiza sólo hablan sus dianas. Dani le robó el arco a Cupido y nos enamoró dulcemente con sus suaves y certeros flechazos. ¡Viva la madre que lo parió!

Sería un grave error por mi parte si no reflejara en estas líneas la importancia de un buen banquillo. Y España ha contado con un elenco de suplentes que ya hubiesen querido algunos de los equipos participantes en esta Eurocopa. Ya cité a los guardametas, ambos triunfan en sus respectivos equipos, Reina junto a Arbeloa y Xavi Alonso en el Liverpool y Palop en el Sevilla. Lo mismo que los defensas Albiol en el Valencia y Juanito en el Betis o el centrocampista De la Red- menudo gol el suyo a los griegos- en el Getafe y el punta Sergio García en el Real Zaragoza. Todos-excepto Palop, único que no ha disputado ni un segundo- demostraron frente a Grecia que el fútbol es un deporte de equipo y de compañeros.

Y también que apasiona, como a los valientes turcos que se batieron bravamente el cobre en semifinales con el equipo de Ballack y compañía. Pasión turca y pasión española por la roja, han dejado huella en esta Eurocopa que recordará, gracias a la televisión, como el fútbol iguala a los Reyes o Príncipes de España con los más humildes aficionados que, a pesar de la crisis, se desplazaron a Austria y Suiza para llevar al equipo en volandas.

Y ahora que me acuerdo ¿no decían que el presidente Zapatero era gafe? A partir de ahora me parece que va a ser que no. Y encima, somos todos de “la roja”, o sea rojos, futbolísticamente hablando, se entiende. Pues va a ser que sí.

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