Tempus Fugit

Si el tiempo se pudiera materializar no habría dinero en el mundo para comprarlo. Se dice que “el tiempo es oro”, pero el sentido que debemos darle a este concepto es que debemos aprovecharlo y utilizarlo adecuadamente, más que el hecho de que sea un bien escaso.

Por cierto, es una contradicción que a nosotros que vivimos en plena “prosperidad” nos falte precisamente tiempo para todo, a pesar de que en nuestra sociedad se trabaja menos horas que nunca en la historia, tenemos menos tiempo libre cada vez. Hoy, afortunadamente, no tenemos una jornada laboral de ochenta horas semanales, como ocurría con hombres, mujeres, incluso niños, hasta mediados del S. XIX.

Se trabaja un promedio de cuarenta horas a la semana, así que tenemos oportunidades y medios para disponer de mucho tiempo de ocio; pero no es así. ¿Por qué? Los sociólogos alegan como motivo el perfeccionamiento de las comunicaciones, los transportes, los medios materiales, el incremento de “obligaciones”, etc. En décimas de segundo las noticias alcanzan todo el planeta y en pocas horas podemos recorrer miles de kilómetros sin problema. En cualquier gran ciudad las gentes caminan dos veces más deprisa que, por ejemplo, en un pueblecito griego; y los griegos también tienen relojes.

Pero la percepción del tiempo es diferente en las distintas partes del mundo, en distintas culturas y sociedades. Hay personas con cantidades enormes de dinero que viven con falta de tiempo por su incapacidad para ser comprado de alguna forma. Hay fórmulas para “engañar el tiempo” haciendo varias cosas a la vez, como leer la prensa mientras desayunamos, oír música mientras cocinamos, hablar por teléfono mientras abrimos el correo, y otras cosas por el estilo (por no entrar en detalle…). Otra paradoja a tener en cuenta respecto a este tema es que el volumen del sueldo no es proporcional al volumen de tiempo libre. Podremos tener más seguridad económica o comprar más cosas; pero tiempo NO.

Entonces, ¿Cuál es la clave? ¿Cómo asegurarnos el tiempo? ¿Es posible? Salomón escribió dirigiéndose a DIOS: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. Se estaba refiriendo a la capacidad para administrar adecuadamente el tiempo y utilizarlo para bien. Job (conocido por su paciencia) dijo: “Mis días han sido más veloces que la lanzadera del tejedor”. Además el paso del tiempo deteriora todas las cosas, incluido el ser humano (vejez, enfermedad). Filósofos, teólogos y científicos llevan siglos reflexionando sobre las características del tiempo y cómo vencerlo. Pero sólo Aquel que tiene “el tiempo en Sus manos” puede darnos luz sobre este asunto. DIOS, creador del tiempo, no sujeto a él, como nosotros, ya que es eterno, tiene la clave y el conocimiento total. JESUCRISTO es el Principio y el Fin, el Primero y el Último, y sólo sujetándonos a Sus enseñanzas podremos “sacar partido” del tiempo, aprovecharlo al máximo; para ello debemos dar el verdadero valor a las cosas, teniendo un concepto claro sobre la temporalidad de las mismas.

Un día el Creador del tiempo nos dirá: “Se acabó tu tiempo”. Entonces tendremos una visión clara de la administración que hemos hecho del mismo y, lo más probable, el balance no va estar a nuestro favor. Por ello, como no conocemos cuándo será nuestro final, empecemos a plantearnos una dedicación adecuada del tiempo que tenemos, para no tener que arrepentirnos cuando ya sea demasiado tarde.

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