‘Soy más aguileño que belga, quiero terminar mi vida aquí lo más tarde posible’

PERSONAJES ANÓNIMOS
Herbert Legrand, el del semáforo y la armónica

Nos cruzamos con ellos a diario, conocemos sus hábitos y les concedemos parte de nuestra atención. Pero en esta sección nos preguntamos algo más: ¿quienes son realmente?, ¿de dónde vienen?, ¿por qué están donde están?, ¿qué los ha traído a Águilas y por qué nuestra localidad y no otra?. La actualidad descubre al lector la verdadera historia de estas personas que vemos pero que desconocemos
fotillo1
La Calle Lorca no sería la misma sin sus vistas, sus olores y sus sonidos matutinos. El olor a pan recién hecho, los pitidos de los coches y el imponente sol que te ciega con la playa al frente es el escenario diario de muchos de nosotros.
Pero cuando se sube el telón no estamos solos, aunque andemos perdidos en nuestro teléfono móvil o aún con los ojos pegados de sueño. Es entonces cuando descubrimos que hay gente, la de siempre, que nos espera para regalarnos esa sonrisa que tan bien nos viene de buena mañana.
Aquí es el momento donde quiero presentar al del semáforo, al de la armónica, ese que siempre está en la esquina con su tacita infantil alegrando el día a los que pasan por su lado.
Ese hombre delgado, bien parecido, de pelo blanco y gafas cuya sonrisa es permamente, como un rasgo más de su físico. Tiene una historia, su historia, que posiblemente desconozcan, lectores, y por eso la voy a contar.

Me complace, tras haber pasado un rato disfrutando de su simpática compañía, enseñaros lo que he descubierto. Contaros, con su permiso, por supuesto, quién es realmente, por qué está siempre en su esquina, a qué se dedica y por qué ha escogido ese modo particular de vida.
De dónde viene Herbert
Herbert Legrand, belga de nacimiento, se declara a sí mismo como “aguileño de corazón” y pone de manifiesto su deseo de “acabar sus días aquí y lo más tarde posible”. Tras separarse de su mujer después de 24 años de matrimonio emprendió un viaje en solitario hacia Francia pasando por Italia y decidiendo, más tarde, ‘dejarse caer’ por España. Así llegó a Águilas, pensando que no estaría más de dos o tres días aquí y así han pasado ya diecinueve años.
La vida de Herbert
Como nos cuenta, ha escogido un modo de vida alternativa, poco frecuente, pero con la que ha alcanzado la plenitud y la felicidad. Nuestro amigo se levanta a las seis de la mañana y camina siete kilómetros hasta su esquina a diario. Vive en una caravana sin corriente eléctrica y pasa, “bien agustito y sin problemas” sus noches a la luz de las velas. Se asea con agua fría tanto en invierno como en verano, cuida con esmero su aspecto físico y viene a su sitio a hacer su trabajo.
La labor de Herbert
Muchos os preguntaréis a qué se dedica Herbert. Nuestro entrañable ‘guiri’ no pide, tampoco trata de dar lástima. Entonces, ¿qué hace?. Pues muy sencillo: ameniza la calle con el sonido de su armónica, ya que es un gran aficionado a la música. Pero eso no es todo. Como relata a nuestro equipo, “soy músico, payaso, y lo más importante, una máquina de dar cariño”.
Muchos diréis… ¿qué es eso de ser una máquina de dar cariño?. La explicación es muy sencilla: escucha a quien necesita hablar, siempre tiene una sonrisa para regalar y encima, usa el contacto físico para regalar emociones. Pasas por la calle y te abraza, te pregunta por tu vida, se interesa por tu estado de ánimo y por ti, te hace sentir importante. ¿Cúanta gente así queda en este mundo en el que el egoísmo, la prisa y la ausencia suelen ser nuestros compañeros de viaje?. ¿Cúantos como él dedican su existencia a dar amor de manera incondicional?.
Por eso Herbert es especial, por eso y por muchas más cosas. Herbert usa lo que gana a diario para mantenerse, y dice que “hay momentos duros pero consigo sobrevivir” y no sólo eso, sino que suele destinar una parte de lo que gana para ayudar a los pobres.
La filosofía de Herbert
Profesor titulado de Geografía e Historia tenía en sus manos la elección de vivir de otra manera. Sin embargo, en un impulso directo hacia la libertad, escogió este modo de vida.
“No me interesa la vida material, prefiero la sentimental. Con lo poco que tengo soy feliz, no necesito más. Sólo ser correspondido con el cariño de la gente, y eso lo tengo todos los días”, nos contaba emocionado.
Qué hace Herbert
Tras caminar los siete kilómetros que lo traen a su lugar de trabajo, los deshace de nuevo destino a su caravana. Cuando se le pregunta si se siente solo a veces responde con un no rotundo. “Es raro el día que no recibo visitas de amigos que vienen a pasar el rato conmigo, a tocar música o a charlar de la vida simplemente”.
Tampoco se queja de no estar ‘al día’ con las nuevas tecnologías ya que asegura que no le interesan. Prefiere la lectura a cualquier cosa que se parezca a la televisión y el poder que ejerce sobre la mente de las personas, y lo hace con la ventaja de poder dedicarse a ese hobbie en cualquiera de los cuatro idiomas que domina.
Le gusta pintar, tocar instrumentos musicales y hacer amigos.
De hecho, esos amigos son los que lo mantienen en nuestro pueblo y del que dice no tener intención de marcharse.
Cuando le preguntas qué tiene Águilas que no posee otro de los lugares del mundo en los que ha estado responde con seguridad y contundencia que “sus gentes. Con los aguileños me siento como un pájaro en su nido. Seguro, querido, feliz”.’
El Herbert’ y ‘el Moli’
No hay nadie en este pueblo que no recuerde, en primer lugar, los originales disfraces del Moli en Carnaval. Y en su derroche de imaginación nos dejó pasmados la noche que apareció disfrazado de Herbert tocando la armónica agarrado a un semáforo.
Para Herbert, “fue todo un honor y me divertí y me reí muchísimo” ya que fue una decisión consensuada por ambos y fruto de la amistad que, desde hace muchos años, los une. Además, nuestro simpático amigo nos cuenta que para él ese episodio de su vida lo hizo conocer mejor el Carnaval y su significado para la gente de este pueblo. ‘El Moli’ y su idea hicieron que se integrara aún más en Águilas y su mentalidad.
Los objetivos de Herbert
Para él, disponer de tiempo y amor es suficiente. “Repartir cada día el amor que llevo dentro entre todos aquellos que lo necesitan y que pasan por mi esquina buscando un abrazo, una señal de afecto, que escuche alguno de sus problemas y les aconseje”. Como nos cuenta, sólo es belga ya por nacimiento porque su corazón pertenece a nuestro pueblo y aquí se ha establecido y aquí pretende quedarse a terminar lo que empezó hace veinte años: un camino hacia la libertad, una empresa que reparte cariño, abrazos, atención, música y comprensión.
Te queremos, Herbert!
Por Ana García

Esta web utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de usuario. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies