Saben mucho

Se veía de venir. Don Rodrigo Rato, al que todos respetamos (y muchos tememos) ha pasado por España para dar una patada en el suelo.

Y le ha enmendado la plana al ministro socialista. O lo ha intentado, al menos. No es que lo que diga Rato sea tendencioso, o que barra para casa, o que le intente hacer un favor al candidato menos querido de la derecha en un montón de años, pero el puesto donde está le autoriza a eso y a más. A pesar de que su pensión de jubilación puede andar, a partir del mes que viene, por los 110.000 dólares anuales.

Que no es que no se los merezca, pero, joder hay tanta, tanta gente que no llega a eso, que te da por pensar sobre aquello de la distribución de la riqueza. Que parece cada vez más un cuento como el de la cigüeña. Que seguramente él no necesita tanta pasta, porque ya la tiene, pero a la tía María sí que le iría bien una migaja de ese bocado, de esa hermosísima jubilación.

O del sueldo que le han puesto a José Mari por colaborar con las derechonas de medio mundo y cobrar en un paraíso fiscal, deduciendo, además la paga a través de una sociedad con la botella. Perdón, con la Botella. Y así poner la mano cada año por unos 187.000 dólares. Sin duda podrá hablar con firmeza sobre los acuerdos de paz para evitar un mundo en guerra, o sobre cómo hablar en mejicano sin ir cargadito de tequila.

A este paso contratarán al cartagenero ex ministro para asesorar a Iberia en la compra de aviones de segunda mano. O a su hermano para defender a Otegi con esquemas en una pizarra para que la prensa comprenda que no es tan malo. O a Federico, el de la radio de los curas, para retransmitir en directo la canonización de casi quinientos mártires de las hordas rojas el mismo día en que el Congreso aprobará la ley que da carpetazo a tantos años de mirarnos de reojo, contando chascarrillos tan graciosos como que el libro de texto de la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía se titula : “ Alí Babá y los cuarenta maricones ” .

El jodío que es muy gracioso. Que no me parece a mí que una ley termine con los malos recuerdos que todavía muchos tienen en la cabeza, ni mucho menos, pero si al menos sirve para reconvertir el Valle de los Caídos en un parque de atracciones, con tiros al blanco, al azul y al rojo, al verde y al lila… pues algo habremos adelantado. Pero ésta vez con personas de cartón piedra, no como en el 39.

También puede llegarse a dejar hacer como en las fiestas de los pueblos más rústicos y subir una cabra a la punta de la cruz y volearla. Por ver qué pasa. Dos brutos la tiran desde arriba y dos ecologistas la intentan campelar desde el suelo. Un espectáculo de bonitooooo. Que allí hay mucho espacio y seguro se puede replantear el uso privativo y tendencioso que tiene en la actualidad por un uso más abierto a todas las sensibilidades y, especialmente, para un empleo más pedagógico sobre lo bueno o lo malo que es que colaboren una cúpula religiosa con una cúpula militar para fastidiar a un montón de españoles sin cúpula reconocida durante un montón de años. Españoles que acabaron diciendo, en silencio, pero en mayoría como el famoso epitafio: “ Señor, recíbelo con la misma alegría con la que te lo mandamos “ .

Así que el Valle tiene muchas posibilidades, desde dejárselo al Pocero para que construya “la ciudad de los Caídos” o para acercar a los religiosos catalanes de Montserrat con los madrileños del famoso monasterio, para que se conozcan mejor, si cabe. Que no se malinterpreten mis palabras.

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