Semblanza de Martínez Parra

fot1POR MIRIAM ROLDÁN ROS
La literatura ha sido extensamente cultivada en Águilas por gran número de personas, que han encontrado en sus diversas facetas (prosa, verso, periodismo, teatro, cuento, novela, etc.) un campo abonado donde dar rienda suelta a una doble y decidida vocación, aún desinteresadamente
Entre ellos, cabe destacar la figura de José Antonio Martínez Parra (10 de noviembre de 1854-2 de mayo de 1905). José Martínez Parra nació a la una de la mañana del día 10 de noviembre de 1854. Estudió en Lorca, posiblemente en el Instituto de Segunda Enseñanza, por los años 1864-1870. Participó en la Guerra Carlista, alcanzando el grado de coronel en 1874-1876.

Después abjuró de estas ideas, abrigando las liberales y democráticas, procedentes de la Revolución Francesa.
Desencantado de la guerra, renunció a su cargo y marchó a Madrid, donde pronto se ambientaría en las tertulias literarias, codeándose con escritores ochocentistas como Manuel Paso, Enrique de Mesa, Joaquín Dicenta, Barriendo, etc. Fue redactor de La Correspondencia de España, siendo corresponsal en Manila, donde permaneció los años de 1879 a 1881. En la capital, colaboró también en la revista La Ilustración Católica de Madrid durante los años 1882-1883 escribiendo un total de dieciséis trabajos . Después de este periodo, Martínez Parra se instaló en Lorca, donde dirigiría, entre 1884 y 1885 El Diario de Lorca, del que fue propietario hasta 1886. En 1898 viajaría a Filipinas como corresponsal de guerra en La Vanguardia de Barcelona, regresando de Manila a Águilas un año después, en 1889. Apartado de los círculos literarios, volvería a su pueblo natal, publicando un periódico titulado El Grito del Pueblo hasta que, empobrecido y paralítico, falleció el 2 de mayo de 1905. Según su partida de defunción, “era periodista y estaba casado en el acto de su fallecimiento con Dª Asunción Lozano Andrés, natural de Teruel”. La nota distintiva de la personalidad romántica de Martínez Parra radica en su originalidad, en su conducta, en sus propios modos sociales. Para completar la influencia romántica en la semblanza del poeta hay que tener en cuenta la fidelidad a su propio genio o peculiaridad, espontaneidad y especial sensibilidad para captar los valores artísticos, así como su rechazo o menosprecio a los valores intelectuales o vitales.
Destacar la obra del poeta en su triple vertiente: poética, teatral y periodística. La obra poética de Martínez Parra podría ser considerada de carácter mixto, pues sus sonetos entran dentro de la rama lírica y de la forma dramática. Su primer poema, relatando la batalla de Camporrobles La tempestad y el combate fue escrito en 1875. Posteriormente, escribiría la colección de sonetos fisonómico-morales
Los hombres de Águilas y Lorca: Galería de Cadáveres Vivientes, junto con su amigo Juan García de las Bayonas en diciembre de 1905, impreso en la tipografía El Grito del Pueblo. Estos sonetos de Martínez Parra se titulaban “Cien hombres por dos reales”, realizando una serie de semblanzas de hombres aguileños a los que satirizaba. Los sonetos eran conceptivos, sobre saturados de ideas, ya que el poeta pretendía encerrar toda una vida en catorce versos y, al igual que las composiciones quevedescas, eran satíricos e iban dirigidos aparentemente contra personas, aunque en el fondo lo que el poeta criticaba eran los fallos en los cargos sociales que las mismas ostentaban como “fuerzas vivas” de la población, lo que seguiría denunciando con posterioridad a través de sus dos periódicos.
Como autor de teatro, escribiría la comedia en un acto y en verso titulada Por una equivocación, editada por la imprenta de Serafín Alarcón en 1876. La obra corresponde a finales del siglo XIX siendo una etapa costumbrista con un lance de amor, romántica e irónica al mismo tiempo, situada en su pueblo en los años en los que escribió.
Como periodista, además de ser corresponsal en Filipinas por La Correspondencia de España (1879-1781) y La Vanguardia (1898-1899), colaboró en la revista La Ilustración Católica de Madrid, durante los años 1882 y 1883, realizando también una pequeña colaboración en 1885, cuando ya estaba instalado en Lorca, escribiendo un total de diecisiete trabajos. Desde su periódico El Diario de Lorca denunciaría ciertas irregularidades llevadas a cabo por la “Compañía de Águilas” la cuál, aprovechándose de la impotencia del Consistorio y haciendo uso y abuso de sus influencias políticas, pues su representante era Luis Figueras Silvela, llevó a cabo una perforación en la calle Triana que unía los puertos de Levante y Poniente y que “perforada, destruida, canalizada por la tantas veces aludida Compañía, sin más necesidad que la de sus propios intereses” había originado a los vecinos de la misma “perjuicios que han sufrido en sus edificios por la trepidación originada por los tránsitos de miles de toneladas de piedra como han hecho cruzar por la referida calle”.
En cuanto al periódico El Grito del Pueblo, fue fundado por Martínez Parra a su llega como corresponsal de La Vanguardia en Filipinas, en 1898.
Lo anunciaba con un sugestivo lema: “Periódico sin Rey, ni Roque, ni Alcalde que lo excomulgue”. Se editaba en Lorca en la imprenta propiedad de su amigo Juan García de las Bayonas, publicándose este periódico hasta bien entrado 1905.
Así mismo, existe constancia de dos artículos de Martínez Parra escritos en La Correspondencia de España el 12 y el 14 de junio de 1904 titulados “Una monstruosidad. La isla del Fraile” primera y segunda parte, respectivamente.
En ellos, el poeta denunciaba la venta del islote del Fraile por parte del Estado a un súbdito inglés “por mucho menos que el bíblico plato de lentejas” señalando las consecuencias que este hecho podría tener.
Su producción teatral y poética sería difundida por su amigo y discípulo Francisco Martí Lloret, entre otras personalidades quien, siendo invitado a dar una conferencia en la Casa Regional de Murcia y Albacete en Barcelona, eligió el tema “Revelación de un gran poeta murciano: Don José Martínez Parra”, hecho que llevaría al municipio de Águilas a dar a una de sus calles el nombre del poeta, lo que ocurrió el 5 de mayo de 1935, treinta años después del fallecimiento del mismo.
En definitiva, como apuntaba Juan Navarro, es indudable que Martínez Parra, por su inteligencia y por su labor periodística y poética, merece figurar con un elevado puesto en el escalafón literario de los prohombres aguileños que rebasaron por sus obras las estrechas fronteras de su entorno local para alcanzar cotas nacionales entre los escritores ochocentistas que con él convivieron en las tertulias de los cafés y en las redacciones de los periódicos.

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