Brindis al sol o por peteneras

En el marco del modus vivendi y operandi de la sociedad –por lo menos, de la que más conocemos- asistimos, desde hace mucho tiempo, a la profusión de explicaciones incoherentes, desatinos, sinsentidos, declaraciones contradictorias, sinrazones, incongruencias e, incluso, una actitud tan desmesurada como generalizada de salir por peteneras.

Dicen los diccionarios (no lo siento, son mi debilidad) que salir por peteneras es, por ejemplo, desviar el discurso para no pronunciarse en una cuestión comprometida. También es aceptado, en lenguaje coloquial, el hecho decir o hacer algo fuera de propósito, aunque normalmente no tiene otra finalidad que el intento de disimular la falta de razón en lo que se discute o el de despistar para que una torpeza o sandez pase inadvertida.

Una incongruencia: cuando comenzó el balbuceo de la ya cansina y cabreante crisis muchas fuerzas de oposición comenzaron a tirarse a la yugular de presidentes de gobierno, de autonomías y hasta de ayuntamientos. Posiblemente había consciencia de que se actuaba sin razón y sin sentido. Después, cuando quedó patente que en este mundo globalizado que nos han fabricado todos salen escaldados -y ni siquiera el país más poderoso del planeta Tierra es capaz, no ya de tranquilizarnos a los demás, sino de esparcir calma entre sus huestes-, se impone la estrategia de mirar al cielo, silbar y salir por peteneras.

Otro sinsentido, aunque esta vez con un mutismo atroz y sin silbar mirando a la bóveda celeste: Murcia es la ciudad en la que más cara resulta la utilización del transporte público y, paralelamente, casi coincidente en el tiempo, aparece un estudio cuyo resultado es que la capital del Segura es la que menos coches por habitantes tiene. Pues que me lo expliquen, porque mira que somos reacios a ir andando al trabajo, a llevar a los niños al colegio, o a donde sea. Y que se lo cuenten a quienes todas las mañanas, en caravana, entran a trabajar a la capital, procedentes de los pueblos de alrededor. Eso si, en coche propio porque resulta más rápido y barato que hacerlo en los autobuses existentes y disponibles.

Más sinrazones. Dice el escritor peruano Jaime Bayley que celebrar la muerte de un tirano es un acto de buen gusto. Vale. Puede ser. Pero no se sabe –yo, por lo menos, no lo se- si además de referirse a la hipotética muerte de Hugo Chávez y Fidel Castro, celebró también con buen gusto los óbitos de Batista, Torrijos, Franco, Pinochet o, por quedarnos más cerca, la de Hassán II. Si se le preguntara, posiblemente saldría por peteneras.

Una incoherencia sobre la que una pregunta con cierta inquina podría provocar otra salida por peteneras. Con la que está cayendo en el mundo mundial y con la hecatombe, dicen, del ladrillo en Murcia –y no por otra cosa que porque era (¿es?) donde más inflada estaba (¿está?) la burbuja inmobiliaria o ladrillera-, afirman los medios de comunicación que la feria Construmurcia crece pese al bache. Bueno, más que bache diríase que se trata de un socavón que ha hecho caer al la mitad la construcción de vivienda libre, y que se anuncia una caída bestial del empleo en la construcción. Explíquenmelo, a ser posible sin salir por peteneras.

¿Y acaso no es una salida por peteneras, o un brindis al sol, el empeño de algún sector en reeditar los Pactos de la Moncloa?. Nada, o muy poco, se puede repetir de aquello; la transición no sería la misma, y la Constitución, tampoco. ¿O es que podría plantearse alguna facción facinerosa militar –apoyada por civiles que no se esconden, ni se esconderían- reeditar el 23-F?

A cada uno de estos ejemplos, y a otros muchos más, llámele cada cual como mejor le parezca; si no es mucho pedir, que piense y recapacite. Y quien al final del tiempo no sepa ofrecer ninguna explicación coherente, pues, como siempre, que haga un brindis al sol… o salga y resulte por peteneras.