La Garnacha logra el aplauso del público

La compañía riojana representó la obra “Los cuernos de Don Friolera”

Los cuernos de Don Friolera

Una escena de la obra

“Los cuernos de Don Friolera”, segunda de las obras del Certamen Nacional de Teatro Aficionado Paco Rabal, que fue puesta en escena el pasado sábado logró dotar a este festival de teatro del nivel que se merece.

Los aguileños pudimos disfrutar, por fin, de una obra de alta calidad con una magnífica puesta en escena a cargo de la compañía La Garnacha que de forma impecable representó uno de los esperpentos del genial autor Valle-Inclán.

Bajo la dirección de Vicente Cuadrado los siete actores que formaron parte del reparto supieron ganarse a pulso el interminable aplauso de un público que quiso de esta manera reconocer el magnífico trabajo que durante casi dos horas desarrollaron este grupo de actores.

No obstante, cabe destacar que, la versión de “Los cuernos de Don Friolera” que realiza La Garnacha llegaba a Águilas tras una importante andadura por diferentes ciudades españolas, así como con un currículum formado por trece premios como mejor obra en certámenes nacionales y otros tantos reconocimientos a sus actores.

En “Los cuernos Don Friolera” el autor presenta tres versiones diferentes de un mismo suceso, con tres puntos de vista que se corresponden a tres modos de ver el mundo: de rodillas, en pie y en el aire.

La primera versión, defendida por el personaje de Don Estrafalario, es la farsa popular de títeres en el que el autor mira sus criaturas desde el aire. La tercera es el romance del ciego que falsea la realidad mediante ideales tópicos y la segunda es el esperpento que da comienzo con un monólogo a cargo de Don Friolera en la que se presentan las dudas entre sus dos naturalezas, la profesional y la humana.

Se trata esta de una obra que, según los miembros de La Garnacha, “presenta en el escenario la realidad en la que vive el espectador pero de tal forma deformada que éste no puede por menos que quedar atónito, pues es una realidad increible”.

En esta obra Valle-Inclán pone de manifiesto una vida en la que se adoptan unos principios tan rígidos y absurdos como falsos que alcanzan su dimensión máxima cuando Don Friolera mata a su propia hija creyendo matar a su mujer.

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