Navidad adulterada

Hemos tenido un mes de Noviembre más que primaveral, rallando al verano por la temperatura inusual que hemos tenido . La causa de que los comercios no se notaba en sus clientes las compras para celebrar estas próximas fiestas navideñas que ya están a la vuelta de la esquina. Mas hoy a comienzos de la segunda semana decembrina, se nota el frío propio de estas fechas, aunque aquí en nuestro pueblo eso de decir frío es una hipérbole si lo comparamos con la temperatura casi gélida de nuestro entorno .

Ya en la festividad de la Inmaculada las calles aguileñas se vistieron de luces multicolores, la Glorieta es un encanto contemplar sus adornos tradicionales y los comercios se respira ese espíritu navideño con los árboles y nacimientos que para nosotros es más auténtico que la figura de “Papá Noel”, que como tantas cosas nos viene de fuera con sus barbas blancas y su trineo surcando las rutas nevadas de la Europa del Norte.

En estos pasados días hemos recibido la noticia de que el director de un colegio público de Zaragoza, manifestó que en su centro no se iba a celebrar las próximas navidades sin un villancico,ni símbolos religiosos alguno, porque nos encontramos en un estado laico y que estaba demás toda manifestación religiosa. No tardó la respuesta sensata de la junta de padres del centro docente para manifestar que deseaban para sus hijos una celebración de la Navidad conforme a nuestra cultura y tradición cristiana

Ese brote de quitar el espíritu cristiano navideño en parte es la consecuencia del manifiesto del laicismo excluyente de nuestro actual gobierno central. . De un plumazo intentan eliminar toda la esencia de nuestra idiosincrasia nacional que nació a la sombra y guía de la Cruz de Cristo. Ahí están el arte y la historia de nuestras catedrales, santuarios e iglesias que son la admiración del mundo; la literatura clásica de nuestra hermosa lengua está impregnada de un profundo sentimiento religioso, y los más destacados literatos españoles, estaban dentro de las órdenes religiosas o del clero secular, como fueron entre otros San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Lope de Vega , Calderón de La Barca, o Luis de Góngora, figuras señeras y gloria de la Literatura Universal. Y sin extenderme más hay que señalar la raíz cristiana es lo que determinó nuestra identidad como nación, incluso antes de la dominación musulmana.

Por eso es una quimera, tan desafortunada desear implantar en nuestra sociedad el Laicismo excluyente . Esto nos llevaría a un enfrentamiento entre los mismos españoles, como ocurrió en la década de los treinta del pasado siglo cuando al socaire del eslogan de Manuel Azaña “ España ha dejado de ser Católica”,, comenzó con la prohibición del toque de las campanas en las parroquias, la eliminación de toda enseñanza religiosa en las escuelas, desterrando el saludo tradicional del ¡Adiós¡ por el “ Salud”y la sustitución del Día del Niño por la fiesta de la Navidad y Reyes Magos ,desembocando poco después en la destrucción de numerosos templos, con sus joyas de arte, ricos museos y bibliotecas con valiosísimos incunables , y terminó en la matanza y martirio de casi siete mil sacerdotes , religiosos y gente que por ser creyentes, fueron vilmente asesinados. Esto no es una leyenda, sino una terrible realidad histórica
Hay que considerar que el Laicismo como doctrina prescinde de toda influencia eclesiástica o religiosa , pero esto no nos debe de llevar a un enfrentamiento entre el poder civil y los ciudadanos creyentes, que en un estado de Derecho y Democrático como es el nuestro, debe de respetar toda creencia religiosa, con especial atención a las normas de la Constitución .

Así pues la Navidad es para el creyente el Enmanuel, que significa el Amor de Dios con nosotros. Eso es el núcleo central del Evangelio. De ahí se origina el gozo y paz en nuestro interior como base fundamental de toda felicidad humana. Para el no creyente, pero de buena voluntad, la Navidad ,es el tiempo de reunirse con sus seres queridos y alrededor de la mesa de sus mayores , si los hay en vida, siendo la ocasión de recordar tiempos pasados de querencia familiar aunque no de abundancia como la tenemos hoy en la sociedad de consumo que nos ha tocado vivir.

Los que estamos en el otoño de nuestra vida, revivimos aquellos tiempos de la posguerra, donde el frío era ,más intenso porque el estómago nunca se veía satisfecho y las calorías de nuestro organismo siempre estaba bajo mínimos. Por eso al llegar esta entrañable fiesta navideña, unos meses antes se ahorraba lo que se podía para luego gastarlo en una mejor comida con abundancia de pan, y como postre unos variados dulces caseros que era la delicia de propios y extraños. Había más unión entre la familia , vecinos y amistades, y todos eran obsequiados con los ricos mantecados, alfajores, o tortas de Pascua, tan sabrosas con un tazón de leche y café de cebada tostada. Y si venía la Hermandad con su música de cuerda, enarbolando su estandarte, los miembros eran obsequiados con esta variedad de dulces caseros que durante su hechura, las calles de Águilas eran inundadas de ese exquisito olor que a los viandantes se nos hacía la boca agua.

¡ ¡ Oh aquellos tiempos de la mitad del siglo XX en donde los niños íbamos a cantar ante los contados belenes domésticos ¡ ¡ Con todo amor el ama de casa nos ofrecía la bandeja de golosinas navideñas que nos sabía a gloria. Todo un acontecimiento que nos sacaba de la rutina de la escasez durante todo el tiempo del año.

Y junto a la mesa de camilla, en donde estaba el brasero de cáscara de almendra, grandes y pequeños, cantaban las pascuas aguileñas después de calentarse los mayores con unas cuentas copas de anís acompañado con esas delicias que con amor las amas de hogar habían preparado con tanto esmero.

La alegría propia de la Navidad, se resume en esta letra de un villancico célebre:
Oh Santísimo, oh Felicicísimo/ Grato tiempo de Navidad
Al mundo perdido/ Cristo le ha nacido
Alegría, Alegría , gozo y paz…..

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