Una espléndida Murga actúa por primera vez en el Auditorio

El año pasado el Carnaval de Águilas se quedaba cojo: la Murga, “Los ciegos, ciegos perdíos”, anunciaba un -no exento de polémica- año sabático y por tanto, suspendía su tan ansiada por todos actuación carnavalera.

Así que tras más de 11 años de actuaciones ininterrumpidas, el pasado año llegó el descanso merecido, y este año, para volver pisando fuerte, los descarados a la par que queridos, miembros Murga han puesto la nota cómico-crítica más carnavalera en un escenario que parece que se hizo para ellos: el Auditorio de Águilas.
Hasta tres pases se llevaron a cabo la tarde noche del pasado viernes, 15 de febrero y fueron pocos.
Así es como se demuestra el afecto que en este pueblo se profesa por esta formación.

LOS CIEGOS. CIEGOS PERDÍOS 2013
Se abre el telón y aparecen ellos: los inigualables, descarados, lenguaraces, cantarines y, sobre todo, aguileños y carnavaleros miembros de la Murga: “Los ciegos, ciegos perdíos”.
Se les ve ensangrentados, doloridos. Emergen de la penumbra ante la expectación de un público que les lleva esperado mucho tiempo.
La primera tanda de los tres pases espera en silencio para ver un espectáculo que gana adeptos año tras año.
Sólo hay que echar un vistazo; incluso antes de que empiecen a entonar ya se comenta: -Qué bien va la Murga; esta vez va mejor que nunca.
Los “Tercios Viejos de Levante” actuaron entregados para un numeroso público que hasta en tres ocasiones llenó por completo el aforo de la Sala principal del “Infanta Doña Elena”.
Mordaces y satíricos, en su línea, no dejaron títere con cabeza.
Tal y como está el patio se sobreentendía que los políticos iban a protagonizar la temática de este año y así fue. Alto y claro, como siempre se canta desde esta Murga aguileña, “Los ciegos, ciegos perdíos”, lograron por minutos hacer que la gente se riera hasta de sus penas más grandes.
Emularon a esos Tercios de Flandes que regresaban a casa y lo encontraban todo fatal.
Intercalando música, parodia y teatro; plagando de sentimientos entremezclados hasta a la última butaca del Auditorio.
Y es que uno cuando ve actuar a la Murga se ríe de todo lo malo, se olvida por un momento de aquéllo que le duele y deja paso a la carcajada y la risa.
Los profesionales dicen que es más difícil hacer reír que llorar, y la Murga es capaz de hacer las dos cosas a la vez, ya que fueron muchos los que, al escuchar “Orgullo Aguileño”, soltaron alguna que otr lágrima.

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