Los Belenes, símbolo de la Navidad

El nacimiento, la huida a Egipto, la adoración de los Reyes, el sueño de los pastores, la herrería, el horno y las lavanderas…Con la Navidad llegan también los tradicionales Belenes, típicos en las casas y en los escaparates de muchos comercios aguileños. Unas obras de arte en las que se cuida hasta el más mínimo detalle y en la que no falta ninguno de los personajes propios de estas recreaciones religiosas. El magnífico trabajo de los belenistas depierta, año tras año, mayor interés entre los cientos de aguileños que atraidos por a belleza de estas composiciones disfrutan de tan arraiga tradición.
En Águilas destaca por su larga trayectoria el de Muebles San José. Avalado por más de cuarenta años como belenista, Antonio García es el responsable de este magnífico trabajo compuesto por 700 figuras, 70 de ellas con movimiento, que cuenta además con varias réplicas de monumentos de la localidad, impregnando así de costumbrismo a esta singular obra de arte.

Otro Belén que no pasa desapercibido en el municipio es el que realiza el Paso Morado; un trabajo que destaca, sobre todo, por la fidelidad con la que se recrean en él los distintos pasajes bíblicos dando como resultado una obra, producto de las laboriosas manos de Fernando Gallego, de visita obligada.
Tampoco se pueden dejar de visitar aquellos Nacimientos que se realizan en los diferentes centros educativos de la localidad. Colegios e institutos invierten muchas horas de trabajo para impregnar de Navidad las aulas. Unos Belenes que destacan, en la mayoría de los casos, por la originalidad y el gran peso de los elementos manuales que los propios alumnos y profesores realizan.
En definitiva, una tradición que en Águilas, como en el resto de municipios de la Región, se encuentra muy arraigada pues no en vano, la artesanía belenista cuenta en la Región con un artista excepcional, Francisco Salzillo, hijo de escultor napolitano asentado en Murcia desde finales del siglo XVII. De su taller saldrá una extraordinaria producción de obras de gran belleza que destacan por su barroca originalidad, uniendo elementos religiosos con otros más populares, reflejados en las costumbres, vestimentas y usos arquitectónicos de la época. Esta tradición belenística se ha mantenido viva hasta nuestros días, contribuyendo a ello los artesanos que con su trabajo y especial cuidado han sido los encargados de perpetuarla hasta nuestros días.

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