1918, cuando la epidemia de gripe azotó a Águilas

En 1918, un virus de la gripe se propagó por todo el mundo y provocó una pandemia. Esta pandemia se conoce como la gripe española de 1918. Se estima que alrededor de 500 millones de personas, o un tercio de la población mundial, se infectaron con este virus, y el número de muertes en todo el mundo se estimó en al menos 50 millones, de las cuales unas 675 000 ocurrieron en los Estados Unidos.
En este artículo, Luis Díaz, nos habla de cómo afectó a Águilas.

Ayer estando conversando con Félix Pareja Muñoz salió la conversación acerca de la epidemia de gripe del año 1918. Mi interlocutor me refirió el caso de la familia Lumeras que sin saber cómo en quince años ese apellido que tuvo cierta preponderancia por dedicarse al comercio local, había desaparecido de los censos posteriores. Pareja manifestó la opinión que el motivo de dicha ausencia podría haber sido que dichos aguileños sucumbieran ante el azote de la terrible epidemia mencionada, y me encargó que comprobara dicho aserto en los libros parroquiales de San José por si aparecía entre las víctimas algún difunto con el apellido Lumeras. Yo asentí complacido ante la propuesta y le respondí que entre los archivos me siento “como pez en el agua”, incluso le sugerí recurrir al archivo del Registro Civil por ser este más completo en estos asuntos referentes a la demografía social.
Y así, siguiendo el lema; “Lo que tienes que hacer hoy, no lo dejes para mañana”, he acabado este trabajo de consulta en nuestro Juzgado de Paz, pues el de la Parroquia faltan los libros en la fecha que nos ocupa.
Como resultado de dicha investigación, podemos señalar que el primer síntoma de esta terrible enfermedad, que un galeno local al principio la calificó como benigna, apareció el 19 de Septiembre de aquel año 1918, en la Marina de Cope. La víctima fue el joven de 18 años, Miguel Calvo Valera. Al día siguiente , en el pueblo , un párvulo de ocho años, Gonzalo Cuadrado , residente en la calle del Niño, falleció a causa de “una meningitis gripal”. El diagnóstico que daban los médicos eran de simple gripe, o gripe intestinal o abdominal, pulmonía gripal, o infección gástrica gripal. También aparece el gastroenteritis gripal, dando a entender que lo pobres enfermos sufrían la asfixia además de colitis o diarreas similar al cólera morbo.
Las primeras víctimas procedían del campo o de las calles altas donde sus vecinos eran de la clase más pobre del pueblo, pero al presentarse la epidemia con más virulencia, el 29 de Septiembre la gripe llevó a la tumba al industrial José Rabal Pérez, de 33 años de edad, con domicilio en la calle Conde de Aranda. Al día siguiente fallecieron 12 personas y el primero de Octubre diez. Hubo una casa en la calle Cánovas del castillo, hoy Isabel La Católica, que murió hasta el gato. Se trataba del Comerciante Don Rodrigo.
Conforme repasaba las páginas de los tres tomos de defunciones que se empleó en ese año de 1918 , iba anotando las víctimas de la epidemia que se cebó con 130 muertos en los tres meses y medio que duró el azote gripal. La última fue Francisco Fernández Plazas de 63 años, fallecido el 31 de Diciembre. Luego vendría alguno que otro fallecimiento “por colapso gripal”, como secuela de la mortal enfermedad, pero la causa principal en ese año 1919 como de los venideros fue la tuberculosis, tifus, septicemias, pulmonías o gastroenteritis, que a veces era una simple apendicitis que era conocida por el vulgo como “dolor miserere”.
Si comparamos los difuntos ocurridos en el año 1917, 399 defunciones, con el año 1918, vemos que en este arrojó una cantidad de 561, cuando la población de Águilas contaba con 16,000 habitantes, en notable retroceso demográfico. En el año pasado del 2005 hubo 118 defunciones.
Es evidente que los miembros de la familia Lumeras, al no aparecer ninguna víctima de la mortal epidemia, si se ausentaron del pueblo fue porque emigraron como tantos vecinos aguileños a otros lugares como Barcelona, Argentina, incluso a Oran.
Como dato curioso señalo que el 13 de Marzo de 1918, apareció en el Cocón “un hombre desconocido”, de unos treinta años, muerto de cuatro días. El médico D. Enrique Martínez Conesa, en el acta de defunción certificó que “había muerto de hambre y de frío”,

Aquel fatídico año 1918 terminó con la muerte del marino irlandés de diez y ocho años , James Carey, de fractura craneal al precipitarse a la bodega del barco “Lamertong”, como miembro de su tripulación. Lo comunicó el vicecónsul inglés en Aguilas Don Thomás Naftel. ( 5 de Dciembre) Dos dias después en el hospital fallece el marino noruego Carl Olansen de 40 años de edad a consecuencia de una pulmonía. Así a través del tiempo un número bastante considerable de marinos extranjeros como tripulantes de los muchos barcos atracados en el embarcadero del Hornillo, fallecieron por distintas causas en nuestro pueblo y que descansan sus restos en el cementerio británico de nuestra ciudad natal.

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