La bodega submarina más profunda de España se encuentra en Águilas, a 40 metros

Por Pedro M Lozano

¿Quién no ha visto a estas alturas la película Titanic? Seguro que hasta el más olvidadizo recuerda las escenas del ‘presente’ narrativo, esa búsqueda incesante de un diamante azul al que James Cameron y los suyos llamaron ‘El corazón de la mar’. Alerta spoiler: no lo encontraron. No obstante, como parte de esa breve aventura submarina que daba comienzo al largometraje, el cine nos regalaba las impresionantes imágenes de un barco hundido en ruinas y corroído por el mar y sus criaturas durante más de 80 años. Y entre esos lujosos aunque malogrados restos, una bodega con los mejores vinos de la época.

Dicha escena, además, guardaba un fuerte componente de realidad, pues no es ficción que numerosas expediciones rescataron desde entonces esas piezas de coleccionista en forma de botellas. Muchas de ellas, subastadas a la postre por cantidades de dinero que no queremos especificar porque ofenderían a más de uno. Según las estimaciones de los historiadores más doctos en el tema, más de 20.000 botellas (entre vino, champán, cerveza y licores de mayor graduación) se perdieron en el mar aquella madrugada de abril de 1912.

¿Por qué les contamos todo esto? Porque en contra de lo que muchos pudieran pensar, ese vino no sólo tenía un valor histórico -fue testigo directo de una de las mayores tragedias de todo el siglo XX-, sino también, en aquellos casos en los que el recipiente se mantuvo intacto, una calidad digna de los mejores paladares y las colecciones más ‘gourmets’ que se precien. Y es que numerosos estudios científicos han demostrado que el fondo marino ofrece las condiciones perfectas para ayudar a que un buen vino (si es malo, poco se puede hacer) madure, acabe de explotar sus atributos organolépticos y, en definitiva, se convierta, claro está, en otro mejor.

Por todo ello, la aguileña Verónica Mulero ha puesto en marcha un proyecto que consigue exactamente eso, aunque evitando eso sí el engorro, drama y papeleo que implican la acción de hundir transatlánticos. Bodegas Verónica es su original e interesante respuesta, una vinoteca con capacidad para 600 botellas ubicada en los fondos marinos de nuestro municipio, a apenas 500 metros de Cabo Cope.

Bodegas Verónica es su original e interesante respuesta, una vinoteca con capacidad para 600 botellas ubicada en los fondos marinos de nuestro municipio, a apenas 500 metros de Cabo Cope.

El proyecto

Aunque de entrada pudiera sonar a una idea propia de multinacionales, la verdad es mucho más simple y, si nos lo permiten, entrañable. Y es que, si bien Mulero es la cabeza más visible, Bodegas Verónica no es más que un grupo de amigos que desde la infancia, según las palabras que se recogen en los documentos oficiales del proyecto, “siempre han tenido las mismas inquietudes”. “Todas ellas forman el corazón de este proyecto”, aseguran.

Con un coste total superior a los 114.000€ (de los que aproximadamente el 43% corresponden a ayudas públicas), Mar de Águilas, de Bodegas Verónica, surge de la mano del Grupo de Acción Local de Pesca y Acuicultura de la Región de Murcia, más conocido por su acrónimo Galpemur, “para proponer una alternativa en el sector de la mar, con el objetivo de crear empleo, mejorando y conservando el entorno”.

El proyecto, así mismo, se sustenta en torno a la producción de vinos en el mar a una profundidad de 40 metros, pero también a la oportunidad de conseguir un instrumento que ayude a la conservación y regeneración de la zona donde se ubica. Una iniciativa, según sus impulsores, que “nace del auge de los vinos que producen, la necesidad de alternativas sostenibles en la mar y la posibilidad, con esta acción, de proyectos sinérgicos”.

Es importante señalar, como reza el titular del reportaje, que no existe en España una bodega submarina de tal profundidad. Se trata pues de un honroso logro del que sus responsables hacen también partícipes, en el mejor de los sentidos, al conocimiento de los fondos marinos aguileños y a la “estrecha” colaboración con buceadores profesionales.

Un proceso de maduración bajo el mar

Bodegas Verónica, así pues, ofrece la posibilidad de madurar vinos de calidad en una ubicación de alta riqueza natural y a una temperatura estable que oscila entre los 14 y los 16 grados, con todos los beneficios organolépticos que supone el envejecimiento bajo el mar. Este método permite que no existan variaciones caloríficas significativas, así como unas condiciones constantes de humedad y presión. Todos los materiales utilizados en el proceso, además, son sostenibles y respetuosos con el medio ambiente.

Para los más curiosos con la logística, sepan que se trata de un proyecto pionero en España y basado en una estructura fabricada de forma artesanal y capaz de albergar las botellas selladas y en óptimas condiciones. Ésta incluye mallas con un campo de corriente continua, en el que se obtienen las sustancias químicas necesarias para la creación del arrecife o sustrato natural que favorece la fijación de larvas de organismos bentónicos. La energía necesaria para dicho proceso se obtiene a partir de placas fotovoltaicas situadas en las boyas que marcan, a su vez, el perímetro de señalización de la bodega.

 

Venta al público

El vino producido por Mar de Águilas puede ser adquirido desde el momento de la inmersión a través de la página web www.mardeaguilas.es. Sus precios van desde los 35€ del blanco (un Jumilla de 2020 de la variedad Sauvignon Blanc) hasta los 90€ del tinto (variedades Monastrell, Syrah y Cabernet Sauvignon de la añada 2018). La web, así mismo, ofrece la opción de comprar el pack con las dos botellas por un precio reducido: 110€. En el caso de las 100 ánforas de vino dulce disponibles, por último, lo selecto de su limitada producción eleva su coste hasta los 300 euros.

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