“EL MAESTRO PERICALES”

Autor: Juan Fernández López

Suele ser frecuente el hecho de que todo ser viviente tiende a sentirse atraído por la tierra que le vio nacer, tal vez, por el vínculo singular de la vida que está dotado, y al que está ligado a sus descendientes por la herencia genética. Los que vivimos largo tiempo fuera de Águilas y admitimos esa realidad, buscamos cualquier ocasión para volver a nuestra tierra a disfrutar de ella junto a la familia, y a renovar la amistad de nuestros amigos y paisanos.

En cierto modo, el recurso metafísico de la sensibilidad y el de la esperanza, como sujetos de las facultades de cada uno, nos ayudan a concebir los juicios de los recuerdos que quedaron almacenados en nuestra memoria, como el aliciente que nos ayuda a soportar el tropel cotidiano de la vida. Recurriendo a semejante perspectiva, pretendo subrayar el hecho de que la sensibilidad no es sino una debilidad del comportamiento humano, que lo engrandece cuando busca en ella el consuelo que necesitamos para seguir viviendo ilusionados.
A título de ejemplo, en fecha reciente he visitado nuestro pueblo de Águilas para despedir el año 2015, y poder ver -junto a mi familia y mis amigos- la entrada del nuevo año 2016.
Como habitualmente lo hago desde siempre, la primera visita la hice a la peluquería de mi amigo Pedro López Martínez (maestro peluquero conocido por todos los aguileños como el “Pericales”). En esta ocasión a -demanda de Pedro – me arregló el pelo su hijo Antonio -que es tan excelente profesional como su padre. Pedro se encontraba aquejado de una pequeña dolencia.
Los años y el tránsito cotidiano de la vida, ni pasan en balde ni perdonan; a veces, las enfermedades nos crean situaciones de salud tan delicadas, que nunca podíamos imaginar. El proceso de la naturaleza se impone y nada podemos reprocharle,aunque sus efectos tengan causa en nuestra vida.
Mi amistad con Pedro viene de muy lejos, porque, aunque de jóvenes vivíamos en diferentes zonas del pueblo, reiteradamente coincidíamos en los partidos de pelota que jugábamos los días festivos en el ”Anchurón” de la Estación, o viendo jugar a los equipos de chavales que él mismo formaba y preparaba para fomentar el deporte, que tanto le ha gustado practicar desde siempre. Sirviendo en la Armada Española -embarcado en un submarino- su espíritu deportivo y aventurero lo llevó a conocer tierras de ultramar en las antiguas posesiones españolas de Guinea.(Bata,Cabo Verde y Santa Isabel de Fernando Pó). Su carácter extrovertido y sus dotes de buen comunicador, le convierten en la clase de amigo que todos queremos tener.
Pero además de su afición por el deporte, profesionalmente, Pedro es el heredero de la Vieja Escuela de aquellos peluqueros de nuestra generación, que se marcharon, y que ponían el trabajo de su arte al servicio de los demás. En homenaje a su recuerdo reseñaré en estas líneas -hasta donde me alcance la memoria- los nombres de aquellos memorables aguileños que siguen presentes en la memoria de todos: “El tío Martín Cegarra que tenía su peluquería en la “Puerta Lorca”, junto a la carnicería de Rosario Chapa(A los zagales nos pelaba a lo “alfonsino” sentados sobre un sillón alto de madera rodeados por un paño blanco atado al cuello que nos impedía movernos); en la acera de enfrente, la de Alfonso Piñero y sus hijos (Alfonso y Juan); próximo al Caño de los Arcos, la de Juan Méndez y su hijo Juan “El Gibaíco ”; frente a la tienda de Juan López y el estanco de D. José Cerbilla, la de Miguel Cegarra; junto al Casino, la de los hermanos Conde (Paco y José); la del Maestro “Magrita”,en Rey Carlos III frente a la Posada San Antonio; la de José el ”Churubito” -excelente músico que tocaba el requinto-, entre la relojería-joyería de Roche, y el almacén de venta de carbón de Antonio el ”Carbonero”.
Cabe entender que el hilo de luz que ata entre si los pensamientos que manan del espíritu,hacen llegar hasta nuestro cerebro, las imágenes que se revelan como los testigos de nuestra lejana juventud. Sobre ello, la experiencia nos certifica la existencia de relaciones íntimas entre el corazón y las tendencias afectivas, que se manifiestan a través de las emociones, en razón del lazo próximo y afectivo, que nos une a nuestros semejantes.
Hasta donde le conozco, Pedro es para mí un hombre sabio y bondadoso; un excelente comunicador que gusta de hacer el bien a todo el mundo sin distinción de clases. Su correcta forma de ser, bien pudiera servir de ejemplo a las nuevas generaciones de aguileños que han de labrarse su nuevo futuro.
Desde su nacimiento, cada hombre es un germen, un conjunto de actitudes y de cualidades que afloran y fructifican según la educación que reciban, no sólo de la ciencia sino también de la familia.
Llegado a este punto, por su amor al pueblo y a sus amigos, y por su trayectoria personal y profesional,a mi modesto entender, el “Maestro Pericales”, merece ser recordado como un clásico aguileño.
Desde Alicante para Águilas,a 5 de Enero de 2016. Para Pedro López Martínez, y para el resto de amigos y paisanos de Águilas.

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