Laissez faire

Parece que a alguien le ha molestado que dijera lo que dije la pasada semana en este medio, que todavía me permite escribir en completa libertad y sin ponerme cortapisa alguna, a pesar de ser de opinión muy contraria al homónimo dueño de este periódico.

Y la cosa se trataba de definir justamente eso, que somos pocos y casi siempre cabreados. Esa es la revisión que proponía al respetable : el revisar por qué motivo tenemos que estar siempre enfrentados, cabreados y negándonos el saludo por un quítame allá esas pajas. No es que el que suscribe sea el más conciliador de los vecinos, pero como sigamos en ascenso en esta tónica acabaremos como en el 36. Coño ya.

La cuestión es que, a ver si esta vez se quiere entender, no es cuestión de meternos el dedico en el ojo todo el puñetero día. Sí es cierto que entre nosotros haya gente que te pone encendido , pero previo a ello, hay que tener disposición a ponerse encendido.

Hay que plantearse las cosas como decía el inglés cuando le dijeron el viernes por la tarde que su fábrica se estaba quemando y el tío respondió : “vaya un disgusto voy a coger el lunes por la mañana” . Esa es la técnica : adquirir la flema y el “ laissez faire “ para que no nos afecte al hígado hasta la última coma que pone el último gilipollas.
Que vamos a acabar todos con úlcera. Coño ya.

Si a Juan le afecta lo que dice Miguel y a Pedro le molesta que Ramón respire, si dos cargos públicos elegidos por los ciudadanos se lían a piñas frente a la Pava de la Balsa, se me ocurre que la cosa es cuestión de mirárselo. Hasta dónde vamos a llegar : ¿ a pincharnos las ruedas ? , ¿ a jodernos los espejos de los coches en la calle Rambla ?.

Por favor, que somos adultos ( la mayoría ) , que vamos a dar lugar a ejercer un mal ejemplo en los aguileñicos más tiernos, que nos miran con sorpresa cuando no con desprecio. Que los mayores somos ejemplo, y los personajes públicos mucho más
que los de a pié. Que ésto ya parece un partido de fútbol . Coño ya.

Que parece que ya hay muy pocos que se vistan por los pies, como se decía antes.
Que lo lógico sería salir de casa con la dignidad completa y volver a ella con pocas muescas. Y recargarla completa para el día siguiente.

Que algunos salen de su casa endemoniados y se pegan el día dando a diestro unos y a siniestro otros ( en la acepción adverbial italiana de los conceptos ).

Que una cosa son los políticos de la nación, que parece que se dicen de joputa para arriba cuando hay un micro y se toman unas cañas cuando se va el cámara. En un pueblo, la cosa es más cercana y las poses de estar endemoniados se mantienen una legislatura entera. a veces más. Y nada de tomar una cañas. Joder ya.

Algunos dicen que este clima es por la cercanía de las elecciones municipales.

No estoy muy seguro, tengo la triste impresión que la aspereza en las relaciones entre los aguileños viene larvada desde hace tiempo y tiende a crecer y permanecer.

Algunos , otros, segregan la bilis y el veneno amparados en el burladero del anonimato, pudiendo escribir sin dar la cara , sin salir a la plaza a torear, como hacemos otros.

Otros aprovechan información muy confidencial para tirársela al prójimo aunque ello suponga indignidad. Quizá le queden dos días de status y les flaquea la moral. Coño ya.

En este pueblo, acogedor, no existe apenas la xenofobia, no tenemos desconfianza hacia el marroquí ni al suramericano ; normalmente ya la tenemos empleada entre nosotros.

Y no es éste, más que un consejo para revisárnoslo. Que no vamos por buen camino, que estamos a tiempo y empecemos a mostrar un poco de tolerancia, un poco de aguante, que si se quita uno y se pone otro, no se va a hundir el mundo ( que por cierto, no empieza por Águilas ) . Coño ya

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