Pinturas de la cúpula de la Capilla de Nuestra Señora del Rosario

Las pinturas de la cúpula de la Capilla fueron realizadas entre los años de 1743-44
Por David Torres del Alcázar
Las pinturas de la cúpula de la Capilla de Nuestra Señora del Rosario fueron realizadas entre los años de 1743-44 de mano del insigne pintor Bartolomé Martínez Fernández de Espinosa. Fueron ejecutadas sobre otra obra anterior, probablemente de escaso valor artístico, y rematadas con un pinjante de madera tallada firmada por el emblemático Jerónimo Caballero.
La valiosa obra actual, sin intervenir y con el excepcional importancia de encontrarse en estado original sin intervenir prácticamente en ningún momento, representan con notable calidad la Apoteosis del Rosario con la técnica del mezzofresco sobre la cúpula de doble rosca de ladrillo macizo. Esta característica nos permite conocer la obra con su colorido original sin apenas variaciones creadas por repintes, actuaciones posteriores o restauraciones más o menos felices como suele ser habitual en estos casos.
Se trata del único ejemplo en su género de la ciudad y uno de los conjuntos pictóricos parietales más importantes de Lorca. Presenta una compleja y eficazmente resuelta perspectiva presidida por la figura de la Virgen con el Niño en su brazo izquierdo lo que sitúa la figura de Jesús en el lugar de honor de la bóveda celeste tras la clave reservada a la representación del Espíritu Santo en forma de elegante paloma. Santo Domingo de Guzmán se arrodilla ante Nuestra Señora besando el Rosario haciendo el ademán de lo propio Santa Catalina de Siena con el brindado por el Niño Jesús Doctrina Divina en mano.
El conjunto de la semiesfera se decora por una corte de arcángeles, ángeles y querubines envueltos en celajes de poses rotundas enmarcadas en tejidos volados de clara inspiración miguelangelesca. La bóveda celeste se inicia en su arranque con cuatro ventanales de traza oval dispuestos hacia los puntos cardinales según la cruz de planta enmarcadas en arquitecturas fingidas alternas de medallones con golpes de hojarascas que encierran las representaciones de los santos dominicos Vicente Ferrer, Luis de Bertrán, Tomás de Aquino y el franciscano Francisco de Asis.
El todo, sobre tambor y en decoración del más depurado rococó, arranca sobre los arcos torales que conforman cuatro pechinas que, frente a la solución habitual de decorarse con ornamentación vegetal de estucos, se presentan resueltas con solvencia en medallones de rocalla las efigies al temple de los pontífices dominicos San Pío V, Beato Inocencio V, Beato Benedicto XI y Benedicto XIII en clara alusión a los fundamentos de la Gloria de mano de la Orden dominica y su Santo Fundador.

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