Una mirada retrospectiva al pasado

La Actualidad les invita a dejarse llevar por la imaginación y realizar un viaje en el tiempo por la Semana Santa lorquina a través de los daguerrotipos que guarda y custodia el Archivo Municipal de la ciudad
El tacto es ciego. La boca es frenética. El oido es torpe. Sólo el ojo alcanza la totalidad. Reconstruir una Semana Santa a partir de una voz, de un contacto, de un sabor, de un olor… Eso es la imaginación. La imaginación es el vuelo de un sentido a través de todos los otros. La imaginación es la sinestesia, el olfato que quiere ser tacto, el tacto que quiere ser mirada. La imaginación nace de una limitación. La mirada, quizás, es menos imaginativa porque posee más. Pero la mirada necesita imaginar lo que ve, redondear y colorear, acercar lo que está lejos, alejar lo que está cerca. No basta con mirar. Hay que sobremirar, sobrever. Hay que interiorizar lo que está fuera y verlo hacia adentro…
Lo demás, está en las fotografias que gentilemente nos ha cedido el archivero municipal don Juan Guirao y su estrecho colaborador Eduardo Sánchez Abadíe, una de las voces más acreditadas en la temática de los desfiles biblico pasionales lorquinos. De hecho, en el libro “Perspectiva de la Semana Santa de Lorca”, del que es coautor junto a Domingo Munuera Rico y Manuel Múñoz Clares, dice que nuestras procesiones ”no pueden entenderse sin sus bordados, una creativa manifestación artística que ha sido, y sigue siendo hoy, una parte inherente y esencial de esta celebración festiva. Calificados como Pregones o columna vertebral de la procesión, es indudable que el bordado constituye el principal patrimonio artístico de los Pasos, además de ser un símbolo de identidad y un valor añadido a la riqueza cultural de la ciudad, a la que ha dado renombre y fama”.

Los días se desprenden del calendario como la carne de los leprosos. La herida del tiempo. A través de las imágenes comenzamos a sentir el tiempo como una celeridad, a ver la vida de principio a fin, estática y completa. Pero ese estatismo, coincide paradójicamente con la sensación de celeridad, de prisa. Esto se acaba, pero siempre se está acabando. El tiempo. Una congoja que dan los grandes dias de sol, una fruta que madura en 24 horas y cae inexorablemente. Pasa el tiempo, otra vez es Semana Santa y el corazón de los lorquinos late con vehemencia y visceralidad desde que en 1855, el Paso Blanco incorporara a su procesión el primer grupo bíblico: La entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalen.

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