¿Cuál es tu refugio?

Francisco López Belmonte

Un cazador, en Estados Unidos, contaba esta simpática historia: Un día, caminando por el bosque con su escopeta de caza, dispuesto a abatir cualquier presa que se le pusiera a tiro, oyó frente a él, entre unos matorrales, un ruido extraño que hizo que llamara su atención.

Cuál no fue su sorpresa cuando vio salir un conejo que se abría paso a una velocidad tremenda. De pronto se paró entre las piernas del estupefacto cazador y allí quedó, acurrucado a sus pies. Este hecho le extrañó muchísimo, ya que los conejos silvestres tienden de manera natural a huir en cualquiera de los casos de las personas.

Muy pronto comprendió este comportamiento inusual, ya que frente a él apareció una comadreja buscando algo que se le había perdido y, al encontrar al conejo entre los pies del cazador, salió huyendo; momentos después, hizo lo mismo el conejo intuyendo que el peligro ya había pasado.

Me pregunto hacia dónde corremos nosotros cuando tenemos miedo; qué refugio buscamos en momentos de angustiosa necesidad, o cuando sentimos que se han agotado nuestras fuerzas.

Cuando las preocupaciones, los problemas y los temores nos asaltan; o cuando también nuestro pasado nos persigue atormentándonos. Cuando la comadreja de la enfermedad, la duda o la maldad se cruzan en nuestra vida.

En el mundo de hoy hay muchas razones para que el temor camine a nuestro lado, bien por los problemas que crea la inseguridad ciudadana, por el horror del terrorismo, por la violencia de género, por el desprecio de los valores morales, por la falta de respeto a los ancianos, por el desprecio a la sensibilidad de la infancia, por la ambición desmedida de muchos, por la conflictividad laboral, por la competencia desleal, por la degradación medioambiental, por los escándalos políticos, por la irresponsabilidad de conductores por las calles… o por la velocidad con la que todo sucede en la actualidad, que no te da tiempo a reaccionar la mayoría de las veces…

Y nos sentimos, por tanto, “solos ante el peligro”, uno contra todos, porque parece que nadie camina en nuestra misma dirección, o que los demás no tienen que enfrentarse diariamente a los mismos problemas que nosotros.

Cuando surge un conflicto verdaderamente importante que nos obliga a correr y se esfuma nuestra resistencia y sentimos que no podemos seguir avanzando, hacia dónde se deben dirigir nuestros pasos ¿Acudiremos a ceremonias religiosas?, o quizás ¿a frías estatuas mudas que ni ven ni oyen?

JESUCRISTO dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar”.

Si ÉL nos promete ayuda ¿despreciaremos Su oferta? ÉL es el único refugio verdadero al que podemos acudir con total garantía de seguridad, aquí y por la eternidad.

Esta web utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de usuario. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies