En estado de coma

Francisco López Belmonte

Hace unos días me sorprendió la noticia de la apertura en Águilas de un “Centro de Mediación y Terapia familiar”. Un grupo compuesto por abogados y psicólogos que tratará problemas de todo tipo que se dan habitualmente en las familias. Entre los servicios que ofrece este Centro está la terapia familiar, trastornos de la alimentación, ayuda psicológica infantil, mediación familiar, violencia de género, problemas escolares, etc.

Sin duda se trata de una iniciativa loable, aunque no se trate de una asociación sin ánimo de lucro, pero demuestra que existen profesionales conscientes de la problemática actual y ponen sus conocimientos al servicio de los ciudadanos. Felicito a los componentes de este equipo y, por el bien de todos, les deseo mucho éxito en su trabajo.

El hecho de que entre sus actividades esté la “Escuela de Familia” me parece un acierto plausible. Ya era hora de que alguien se diera cuenta del estado en que se encuentra la familia, y de la necesidad de formación para los padres. Pero yo, si me lo permiten, les daría un consejo a estos profesionales: Que dirijan también sus esfuerzos hacia los padres en potencia; es decir, hacia aquellas parejas que aún no tienen hijos pero esperan o quieren tenerlos, por aquello de “más vale prevenir que curar”. Pero, sobre todo, porque la pareja necesita formación y compenetración, como tal, antes de adquirir la responsabilidad de educar hijos. Además, la formación de los niños debe comenzar desde el momento de su nacimiento. ¡Quién sabe! Es posible que con este tipo de iniciativas en cada población, en cada país, se consiga, al menos, paliar la terrible crisis que existe en la familia actual.

Por otro lado, al constatar el extremo a que hemos llegado, me siento consternado, preocupado y decepcionado. La base toda sociedad y toda cultura durante miles de años ha sido la familia y ésta se encuentra ahora “en estado de coma”, así que toda la sociedad está también en la misma situación.

De todas formas no es algo que me extrañe demasiado, ya que el apóstol Pablo, hace dos mil años, escribió a su discípulo Timoteo que llegaríamos a este punto. Nuestra sociedad está enferma en sus raíces y, por lo tanto, las consecuencias son cada vez peores. Hemos perdido el fundamento que debe estar basado en los principios establecidos por aquel que diseñó la familia como modelo ideal de vida. Si hubiéramos seguido las enseñanzas de JESÚS ahora no serían necesarios Centros de Mediación Familiar. Los padres no ejercen como tales y los hijos no se comportan como les corresponde. DIOS quiera que estos profesionales realicen una buena labor.

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