El jodío fumeque

“¿Quieres dejar de fumar?” Así, a bocajarro, me lanzó mi médico esa pregunta a la que busco respuesta desde hace muchas lunas. La faringitis, por la que había acudido a la consulta, dejó de ser la protagonista para convertirse en algo secundario. Pues bien, justo cuando me siento a escribir este artículo se cumplen 21 días desde que tomé la decisión de abandonar a ese asesino silencioso. Fue el pasado 19 de mayo cuando, después de algunos intentos fallidos, me atreví por fin a liberarme de los efectos nocivos de la nicotina. Desde mi punto de vista y experiencia personal, el primer y más importante paso que hay que dar es, precisamente, ese. Si consigues convencerte a ti mismo, tienes más de la mitad de la guerra ganada a un terrorista que se instala en el cerebro con la adicción y termina destrozando el corazón y los pulmones.

Lejos quedan ya los tiempos en que el tabaco y su liturgia pasaban con tanta naturalidad y prestigio por los labios de nuestros ídolos. O de aquellos primeros cigarrillos a escondidas que, aunque nos castigaba con la maldita tos, nos investían de una imaginaria madurez social.

Dentro de las 10 reglas de oro que recomiendan los facultativos para dejar de fumar, quiero destacar las que a mí más me han servido de ayuda. La primera, después de tomar esa determinación, es la de cambiar nuestra rutina diaria. Por ejemplo, apuntarse al ejercicio físico. No es necesario ser un superatleta. Simplemente andar, subir las escaleras en lugar del ascensor, olvidarse del coche en trayectos cortos… Águilas tiene unos paseos y rincones chulisimos, aprovechémonos de ellos. Son gratis. Luego hay que controlar la comida. En este caso, las verduras suelen ser buenas aliadas para controlar el peso. Además, hay que pensar en positivo: anota las ventajas, no sólo las físicas, también los euros que nos ahorramos. Es bueno beber al menos 1,5 litros al día para estar bien hidratados, eso si, evitando el alcohol. Finalmente, piensa en el día a día, no en el nunca más. Piensa: “hoy no fumo”. Es tu meta.

Si además, uno tiene ayuda, miel sobre hojuelas. En mi caso y en el de varios amigos, nos hemos “enganchado” al programa que desde la pasada primavera- y hasta final de este año- inició el Servicio Murciano de Salud como prueba piloto en su Área 3 que abarca además de Águilas a Lorca, Puerto Lumbreras y Totana. El mensaje es directo. Si quieres, puedes. Simplemente tienes que acudir a tu médico de familia y seguir sus consejos.

Campañas como “Déjalo y gana” o “Apaga y vámonos”, que hace unos años popularizara a través del programa televisivo “Gran Hermano” la periodista Mercedes Milá, y que con motivo del “Día Mundial contra el Tabaco” han recuperado las concejalías de Sanidad, Juventud y Deportes, Servicios Sociales e Igualdad y Educación de nuestro ayuntamiento, son importantes para ayudar a los fumador@s a dejar este mortal hábito.

Pero, sin quitarle un ápice de importancia a este tipo de ayudas, lo fundamental sigue siendo el factor humano, o sea, las personas.

He tenido la suerte de encontrarme- a veces es caprichoso el azar- con un equipo de profesionales del Centro de Salud “Águilas Sur,” (11 médicos y 9 enfermeros) que bajo la coordinación de la doctora Helena Hormigo, se han involucrado de forma personal en una lucha sin piedad contra esta droga que va directamente a los pulmones y a la sangre.

Según estudios médicos, en siete segundos una cuarta parte de la nicotina ha llegado al cerebro, a través de la arteria pulmonar.

La Organización Mundial de la Salud, incide en que “no existe ningún otro producto a nivel de usuario que sea tan peligroso o que mate a tanta gente. El tabaco mata más que el sida, las drogas legales y las ilegales, los accidentes de carretera, asesinatos y suicidio combinados”.

Sólo me queda ya dar ánimos a las personas que se encuentran luchando contra el “mono” y a las que se están planteando recuperar el placer de los olores, los sabores y la calidad de vida que aún nos queda por vivir. Y enviar un mensaje alentador a las personas fumadoras, informándoles de los beneficios que se obtienen al dejar de fumar y respirar aire no contaminado por el humo del tabaco.

Reconforta saber que, una vez conseguido expulsar a la nicotina de nuestro organismo, los pulmones empiezan muy pronto a regenerarse y que 10 años después, el riesgo de cáncer de pulmón se equipará a la de cualquier persona no fumadora.

¿Son suficientes razones para decirle adiós al “jodío fumeque” del que tanto se quejaba nuestro Paco Rabal en el inolvidable personaje de Juncal que creara Jaime de Armiñan? Sincera y egoístamente, pienso que si.

Por cierto, mi médico de familia se llama Matías. Y Ángel, mi enfermero de “cabecera”. A ellos, a todos sus compañer@s y uno a uno, gracias, muchas gracias.

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