Don José García Martínez «El Regino»

Texto:Joaquín Quiñonero Romera
Al comprar una botella o garrafa de vino pasan cosas que no sucede con otros productos: conocer, saber y querer estar un escalón por encima del consumidor. Los vendedores de vino trabajan duro y hablan del vino para ganarse la vida. El amor por el vino es un elemento crucial para el éxito.
Pero entre los deberes de su trabajo se requiere tener una habilidad especial para conversar sobre el vino, deben conocer bien el producto y mantenerse al día con las últimas tendencias, Pepe “El Regino” las tenía. Se requieren años de experiencia y conocimiento del vino. Por eso, cuando “El Regino” contaba qué se necesitaba para tener éxito en este negocio, él sabía perfectamente de lo que estaba hablando. Se aseguraba de que el cliente se fuera feliz “servicio al cliente” ese era su lema. Era más fácil decirlo que hacerlo. Lo que “El Regino” hacia era mantener a los clientes felices. Siempre trabajo duro realzando la apariencia de sus productos y manteniéndose al tanto de las nuevas tendencias. Pepe tenía una sonrisa sincera y espontánea y era hombre de aficiones discretas y, cuando podía, le gustaba ver el vuelo de sus palomas, a las que era tan aficionado. Se solía reunir con sus amigos palomistas, entre ellos mi padre, Pedro el de Soledad, Pedro el rata, etc, para disfrutar de sus palomas, contemplar sus vuelos y ver la que mejor volaba. Pepe fue un luchador sin tregua, de los que no se rindio jamás y tenía claro que la vida es así. Siempre estaba en lo suyo, el vino, a pie de barril con el aroma característico de la bodega. Hacia una mezcla de vino, que era su secreto, y que fue la clave de su éxito, según dicen. Generalmente trabajaba los vinos de Jumilla aunque no desechaba algunos manchegos. Estubo en este oficio desde los 18 años. Tuvo bodega propia y hacia vinos de las uvas de la tierra del Puerto y de Lorca, eran otros tiempos. Después de la riada del 73, Pepe lo perdió todo, casa y bodega. Pero siendo grave aquello lo realmente duro fue perder a tres de sus cuatro hijos. Pero, como Dios existe, después de aquella fecha le nacieron otros tres hijos los cuales llevan nombres distintos a los desaparecidos porque para Pepe, “Aquellos hijos seguían vivos”. Pero nada fue bastante duro para que Pepe tirara ninguna toalla. Pepe construyo nuevas instalaciones, todo lo volvió a hacer posible por segunda vez, casi dos vidas para la misma persona. Un antes y un después. Decía Pepe: “Aquellas aguas criminales acabaron con todo menos con mi fe en Dios y en el trabajo”. Como no podía ser de otra forma, pepe “El Regino” fue un enamorado del vino.

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