El aumento de población en Águilas durante estas últimas semanas se hace notar en distintos sectores

Los terremotos no se pueden predecir, de hecho es algo que intentan hacer los sismólogos desde hace cientos de años sin conseguir resultados fidedignos.

Por eso cuando la tierra tiembla produce consecuencias tan devastadoras, porque a las inevitables pérdidas que se producen siempre hay que sumarle el estado de shock en el que quedan los damnificados, ya que en tan solo segundos ven como su vida da un giro de 180º.
Ya han pasado más de tres semanas desde los terribles temblores de tierra en Lorca y las consecuencias del desastre son visibles en nuestra localidad: aumento de población, alta ocupación de viviendas de alquiler, apertura de nuevos locales, subidas espectaculares en cuanto a ventas se refiere, mejoría de locales de ocio y un sinfín de consecuencias que han transportado al municipio aguileño del mes de mayo al mes de agosto en unas horas.
La cuantía de lorquinos empadronados durante estos últimos días en Águilas asciende a la cifra de 25 personas y diversos colegios de la localidad han recibido y están tramitando peticiones de escolarización de niños de Lorca en centros educativos aguileños.
Siempre se ha dicho que el mal de unos es el beneficio de otros, y sería una tontería negar la evidencia. Muchos serán los albañiles, pintores y demás personal de la construcción que verán la luz al final del túnel a raíz del terremoto del 11 de mayo. Al igual que les sucede a los comercios y locales de Águilas y Calabardina, que han visto incrementadas sus ventas en un porcentaje similar al que experimentan en verano. Pero cuando hablan de ello no experimentan alegría alguna, porque del trato cercano con los vecinos de Lorca se les ha quedado una tristeza pegada a alguna parte y todos, sin resquicio alguno, desean de todo corazón que la situación se normalice, pese a las ventas.