“Lorca es rica en autores consagrados a la poesía, la narrativa, y al teatro”
Tenemos el placer de entrevistar a Juan Antonio Fernández Rubio (Lorca, 1980), doctor en Literatura y doctorando en Historia, quien es profesor de Lengua Castellana y Literatura de ESO y Bachillerato en el IES Sierra Minera (La Unión), e investigador en materia literaria. Ha escrito una veintena de artículos y tres libros, así mismo ha impartido una treintena de conferencias y participado en dos congresos internacionales. Su línea principal de investigación es la historia y crítica literaria de autores murcianos. En este sentido, colabora con ABABOL (el suplemento cultural de La Verdad), la Universidad de Murcia, y la Real Academia de Alfonso X el Sabio
Juan Antonio Fernández Rubio, Doctor en Literatura y doctorando en Historia
Pregunta.: ¿Es Lorca tierra de escritores?
Respuesta.: Sí, por supuesto. Esta ciudad es rica en autores consagrados a la poesía, como Carlos Mellado, Eliodoro Puche, Miguel Gimeno Castellar, Antonio Para Vico…; a la narrativa, como los hermanos Tomás y Joaquín Arderíus, Juan José Menduiña…; y al teatro, como Juan López Barnés, José Mención Sastre… Todos ellos contemporáneos, pero partiendo de una larga y dilatada tradición.
P.:¿Esa tradición desde cuándo parte exactamente?
R.:De la Edad Media, de las herencias árabe y hebrea. Fueron muchos los poetas andalusíes en Lorca, destacando a los Ibn al_hayy (Abenhalaj), sobre todo el padre, de quien se conservan qasidas (poemas) de géneros floral y amoroso, que compuso en tiempos de los primeros reinos de taifas (siglo XI). Del ámbito hebreo se encuentra, entre otros, el converso Jerónimo Santa Fe, quien fue un destacado médico y autor de obras de medicina en el siglo XIV. Ambos cuentan con una calle en nuestra localidad.
P.:¿Tuvo Lorca en el Siglo de Oro algún escritor destacado?
R.:Sí, Ginés Pérez de Hita, aunque no se sabe si nació en Lorca, Mula o Murcia. Lo que sí se conoce es que vivió muchos años en nuestra ciudad y que fue un escritor polifacético. Entre sus títulos destaca la novela morisca Historia de las guerras civiles de Granada (1595), que narra las rivalidades entre Zegríes y Abencerrajes en el Reino de Granada a finales del siglo XV. Esta obra generó el subgénero, dentro del Romancero Nuevo, del romance morisco, que influyó, entre otros, a Lope de Vega. Por otro lado, Manuel Muñoz Barberán llegó a afirmar que fue el verdadero autor del denominado como Quijote de Avellaneda (1614).
P.: ¿Podría decirnos algo sobre el siglo XIX?
R.:La literatura decimonónica en Lorca nació con la poesía de Musso Valiente, y se mantuvo, durante la segunda mitad de esa centuria, gracias al Ateneo de Lorca y al Liceo Lorquino, donde colaboraron poetas, narradores y dramaturgos, entre los que destacaron: Carlos María Barberán y Plá, Eulogio Periago Pérez de Meca, Braulio Mellado, José Ruiz Noriega, Juan López Barnés… Estos nombres mantuvieron viva la tradición romántica hasta el final del siglo, e impulsaron a la nueva generación del siglo XX con el Modernismo. En 1861 se edificó el coliseo lorquino, llamado Teatro Principal, y, desde 1891, Teatro Guerra, en honor del actor Ceferino Guerra. Durante la Guerra Civil se le denominó Teatro García Lorca, recuperando su nombre anterior en la Posguerra.
P.:¿Y qué nos podría decir del siglo XX?
R.:Me resulta muy llamativo su primer tercio. Mientras que en la Edad de Plata (1902-1931), destacaron en España la Generación del 98, el Modernismo, el Novecentismo, las Vanguardias y el 27, en Lorca sobrevivió una promoción de autores, que, en poesía mantuvieron una estética epígono modernista, como Gimeno Castellar, Mariano Alcázar Fernández Puche, Eliodoro Puche, Antonio Para Vico…; estos dos últimos, llegaron a cultivar una poesía de vanguardia en las escuelas ultraísta, futurista, creacionista e incluso, en el caso de Para Vico, surrealista. En la narrativa destacaron los hermanos Arderíus; Tomás, por mantener un una novelística cercana al Naturalismo, con influencias de Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán y «Clarín»; mientras que Joaquín, con una línea argumental más revolucionaria, se acercó a la filosofía de Nietzsche y Marx en sus denuncias literarias sobre la realidad nacional. También es imprescindible citar a José María Castillo Navarro, probablemente el mejor novelista de la segunda mitad del siglo pasado, con títulos imprescindibles como Caridad la negra (1961) y El cansado sol de septiembre (1972). En cuanto al teatro no vivió su mejor época por su pobreza temática y su carácter comercial, al tiempo que se produjo el equinoccio dramatúrgico de Juan López Barnés y la incursión en este género de Tomás Arderíus. También se dio un teatro aficionado, por parte de la burguesía local, donde se puede citar a la compañía La Farándula.
P.:¿Cómo calificaría la literatura actual en Lorca?
R.:Sobrevive, aunque considero que no es su mejor momento. Siendo positivo es destacable la creación de una editorial, Tres Columnas, y la vigencia en el mundo cultural lorquino de la asociación poética Espartaria (que ha cumplido veinte años), donde destaco la pluma de Inmaculada Pelegrín, una grandísima poetisa, y las narrativas de Pedro Felipe Granados y Antonio Ortega, en ambos casos por su agilidad prosaica y amplios conocimientos literarios. Sin embargo, el teatro, en cuanto a compañías y dramaturgos, es prácticamente nulo, y la narrativa es bastante deficiente, pese a destacar algunos nombres como Mayte Para Torres, Premio Internacional de Novela Yoescribo.com (2006), María Martínez y Elena Castillo Castro, quienes suenan por la calidad de sus obras, orientadas principalmente a un público juvenil.