Sin Castro

Cuba está viviendo esta semana la ausencia del dictador Fidel Castro en el poder, por primera vez tras casi medio siglo de dictadura. Y hete aquí, que el achaque del comandante ha revivido la vieja idea de la revolución, aquella que respaldaba el 90% del pueblo justificando la lucha contra Batista; pero, claro está: una revolución hacia la democracia que ponga fin al castrismo.

Sin embargo, su desaparición no tiene visos de ser pacífica y se ciernen no pocas incógnitas. La transición podría desembocar en una revuelta popular o un alzamiento impulsado por el Gobierno de EEUU, que seguro no tardaría en apoyar un regreso masivo de exiliados ultraderechistas (proyanquis) residentes en Miami para disputar el poder traspasado a Raúl.

Incluso, se podría llegar a una guerra civil, como en Irak, un país invadido bajo un idéntico pretexto: “la democratización Bushiana”; o, tal vez, no sea necesaria la ofensiva de la barra y las estrellas y se de una revuelta popular como la que derribó a Ceasecu en Runamía….

La historia nos enseña que las dictaduras personalistas son muy difíciles de mantener tras la muerte de su cabeza ejecutora, y eso en España lo tenemos muy presente con Franco.

Las dictaduras, todas, son negativas y las democracias son el menos malo de los sistemas de gobierno, como ya se dijo en la antigua Grecia y repitió Churchill.

En fin, el tiempo marcará las pautas y la historia. Sólo espero que se de una transición consensuada, en paz, donde el pueblo no se aparte de las conquistas sociales.

Esta web utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de usuario. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies