Temporada de otoño

Ya empezamos la temporada de otoño. Ya se han acabado las Olimpiadas y ya hemos quedado tan peor como la última vez, más que menos. Pero la última vez, que yo recuerde al menos, salimos con la cabeza alta, perdiendo como señores, esta vez una pava nos ha hecho avergonzarnos ante el resto de países. Sí, hombre, la que se metía de todo para correr más en la bici. De todas formas, mi protegido Fernando Alonso tampoco le saca provecho a su coche francés (seguramente sí a los 26 kilos que ha cobrado por llevar chatarra).

También acabamos el verano con la mala experiencia del tremendo accidente de avión, en el que parece ser que el piloto metió la palante en un motor y la patrás en el otro. O que era su día. Y cuando es el día del piloto ya se sabe que lo es también de un montón de peña que lleva detrás. Aunque es muy triste la cosa, los que viajamos en avión esta semana tenemos que darnos fuerza haciendo bromas de la desgracia.

Y para colmo, en acabando el verano se anuncia la temporada: la inminente llegada de la temporada de fútbol. Que por nadie pase. Todavía no han empezado los partidos y ya está toda la prensa que si tal mandanga se queda o se va, que si cuesta tanta pasta quitárselo a los ingleses, que si promete que va a dejar de beber cubatas……

Y lo peor, lo más aburrido: la campaña electoral norteamericana. Joder, que todos los medios de comunicación (desde los de risa, como El Mundo hasta los serios, como El País) pendientes de la última chorrada del negrito, de la señora del negrito y de la nena mellada del negrito. Mira si las campañas electorales nuestras son pesadas pero, al fín, son las nuestras, de ello depende que nos gobierne un tío con un par o Rajoy. Pero en las estadounidenses, parece mentira que estemos a la última (o al menos lo pretendan) de si el negrito de derechas lleva más puntos que el facha rematado blanco o que si la Clinton dice o deja de decir.

Nos chupamos varios meses de primarias, ahora nos vamos a tragar convenciones y ruedas de prensa, viajes y fotos de cuando los candidatos echaban ranas en los escotes de las chicas de mandíbulas anchas y grandes melones. Vaya un otoño nos espera hasta que éstos acaben su puñetera elección y nos enteremos quién va a mandar el mundo, tan mal como lo han hecho estos últimos ciento diez años, desde que nos echaron de Cuba para decir claramente quienes son.

Bueno, finalmente he conseguido evitar mencionar a Trillo como asesor de identificaciones. Me ha costado, pero lo he conseguido. Para que luego digan.

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