Huracanes y fundamentos

Por Francisco López Belmonte

Esta última semana de Agosto se ha recordado tristemente el aniversario del paso del huracán “Katrina” por la costa de Estados Unidos, y principalmente la devastada Nueva Orleáns. Lo peor del caso es que después de un año no se ha podido recuperar la vida normal en la ciudad, y aún hay muchas familias sin vivienda y sin haber recibido ningún tipo de ayuda.

Recientemente ha pasado otro huracán, el “Ernesto”, y ahora aparece amenazante otro, al que han llamado “John”. Nueva Orleáns suena a música; suena a Louis Amstrong y a Mahalia Jackson; pero desde hace un año suena a devastación, a destrucción a dolor.

A un barrio donde antes vivían 20.000 personas sólo han vuelto mil y en unas condiciones muy difíciles. Quedan todavía muchas zonas sin energía eléctrica ni agua corriente. Lo más grave de todo es que los expertos habían anunciado con anterioridad que la ciudad no estaba preparada para resistir un huracán de más de fuerza tres, y las autoridades no actuaron al respecto.

Cuando se avisó la llegada del Katrina, de fuerza cinco, tampoco se tomaron las medidas necesarias y el alcalde ordenó la evacuación demasiado tarde. Demasiado tarde. 350.000 viviendas quedaron destrozadas y más de 1.800 personas murieron como consecuencia del fuerte viento (280 km/h) y las inundaciones.

Todo esto se podía haber evitado, no el huracán, por supuesto, pero sí las nefastas consecuencias mediante la previsión: Los especialistas, profesionales y técnicos (ingenieros, arquitectos) asesorando a las autoridades y éstos imponiendo unas normas seguras en la construcción de viviendas, diques, materiales, etc. La estructura de una ciudad desarrollada en pleno siglo XXI no puede ser de “madera y cartón”, por decirlo de alguna manera.

Sí, se podía haber evitado. Y se podría seguir evitando el desastre, el dolor y la muerte si no fuéramos tan orgullosos, tan vanidosos y autosuficientes. No nos gusta escuchar lo que no nos conviene y hacemos como el avestruz, esconder la cabeza. Es como el niño que cierra los ojos y dice “ya no estoy”, porque al no ver nada piensa que tampoco nadie lo ve a él.

Así de imbéciles somos. Pero cuando se trata de personas con autoridad, la responsabilidad aún es mayor, porque muchas vidas dependen de sus decisiones. También nuestras “propias vidas” dependen de nuestras “propias decisiones”. Y la mayoría de las veces decidimos mal porque no meditamos lo suficiente, o porque nos dejamos influir por ideas vanas en lugar de buscar lo bueno, lo apropiado, lo verdadero.

Así, edificamos nuestras vidas sobre la arena y cuando viene el huracán se lo lleva todo, incluso nuestra existencia. DIOS nos enseña en Su Palabra que es necesario que edifiquemos sobre la roca. Que construyamos fuertes cimientos, para que cuando sople el viento y venga la tempestad podamos resistir. La única Roca verdadera es JESUCRISTO. Si lo tenemos a ÉL como fundamento nuestra vida estará firmemente cimentada y asegurada por la eternidad. Puedes hacer como el avestruz o empezar a tomar decisiones adecuadas y prevenir. Después será “demasiado tarde”.

Esta web utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de usuario. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies