EL PASTORCICO DE PULPÍ. Emilio Zurano, un Miguel Hernández Almeriense

Entre los habitantes de Pulpí, la persona que ha alcanzado más renombre es Emilio Zurano Muñoz, conocido como “El Pastorcico de Pulpí”. De origen humilde, fue un autodidacta cuyo destino lo llevó de Benzal a Madrid donde logró formarse y ser un erudito en diferentes materias

Entre los habitantes de Pulpí, la persona que ha alcanzado más renombre es Emilio Zurano Muñoz, conocido como “El Pastorcico de Pulpí”. De origen humilde, fue un autodidacta cuyo destino lo llevó de Benzal a Madrid donde logró formarse y ser un erudito.

Pastor autodidacta
Entre los habitantes de Pulpí, la persona que ha alcanzado más renombre es Emilio Zurano Muñoz, conocido como “El Pastorcico de Pulpí”.
Nació en en 1857 en Benzal, pedanía de la localidad almeriense de Pulpí.1 Hijo de los labradores Pedro Antonio Zurano y Beatriz Muñoz, en sus primeros años se dedicó al pastoreo, de ahí el sobrenombre con el que quiso ser llamado el resto de su vida, el Pastorcico de Pulpí.
Creció analfabeto, no pudo asistir a la escuela, pero, según cuentan, por las noches un jornalero le enseñó a leer y escribir. Mientras cuidaba el ganado, Emilio leía y leía cualquier cosa, desde libros de Julio Verne hasta tratados de anatomía que le dejaba el médico del pueblo, devoraba libros con una gran memoria.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un zagal de Pulpí llama la atención de Galdo
Siendo un niño, su familia labraba entonces las tierras y cuidaba un gran rebaño de cabras y ovejas de una familia huercalense, compuesta por Ginés Mena y su esposa Irene Sánchez.
Se sabe que “el amo” Ginés, escuchó un día “lo listo que era aquel zagalíco” y lo bien que escribía
y le invitó un día a que conociera el pueblo y así poder leer sus escritos en una reunión literaria.
Quedó encantado el patrón y le invitó un día a una tertulia entre poetas y escritores locales que cada cierto tiempo se reunían en el Casino de Huércal. El aquel entonces ya había su primer artículo titulado “El hijo del campo”, en el periódico El Horizonte, de Huércal Overa.
Dio la casualidad de que en una de esas reuniones literarias estuvo presente el presidente de la Junta de Socorros del Pueblo de Madrid, el señor Manuel María José de Galdo, que había acudido al Distrito del Levante almeriense para gestionar los socorros concedidos para mitigar la horrible inundación de 1879.
Allí, cuando temía 22 años, cambió la vida del que se ha dado en llamar “el Pastorcíco de Pulpi” y seguramente de Galdo, porque como no tuvo hijos con su esposa, Isabel Sánchez Yago, lo acogió en su casa como propio y le ayudo a instalarse.

Gerente de una fábrica de chocolates y genio de la publicidad
Para costearse los estudios, daba clases particulares, entre otros, al nieto de Matías López, uno de los más populares empresarios de Madrid que levantó una gran industria chocolatera. En esta fábrica entró como auxiliar Zurano y a los pocos años ya era gerente.
La idea de envolver los chocolates y los caramelos de su fábrica con envolturas con mensajes en las que se contaban un montón de datos sobre la historia de España, la geografía, el folclore y la botánica, hizo a Zurano muy famoso entre sus colegas industriales y se lo rifaban para dirigir empresas o llevarles “las primeras campañas de publicidad” que se conocen en España.
Está considerado como el primer publicista español del siglo XX por sus campañas promocionales y
por su manera de dar a conocer culturalmente sus productos.
Fue nombrado vicepresidente del Circulo de la Unión Mercantil y fue presidente más tarde, hasta 1916, de esta institución, ahora conocida como la Cámara de Comercio e Industria de Madrid
Su prestigio fue en aumento y fue propuesto varias veces como diputado a Cortes pero el de
Almería nunca quiso entrar en política, porque le seguía gustando la literatura y el empresariado, pero no el Congreso de los diputados.
Zurano está en posesión de la Gran Cruz de Alfonso XII, y por haber defendido la cultura española desde la industria del chocolate y al frente de la fábrica de Matías López, por medio de las envolturas de chocolates y caramelos recibió grandes premios.
El pastorcico escribió a lo largo de su vida unos 19 libros que dedicó en su primera página siempre a Manuel María José de Galdo “mi segundo padre y protector, así como héroe de la caridad en las inundaciones de 1879”.
Al igual que su benefactor, fue Zurano hombre emprendedor, profundamente religioso y mantuvo a su costa durante 18 años una escuela elemental de niños en su pueblo natal en Pulpi.

La escuela de Benzal
En 1929 dona al Ayuntamiento de Pulpí dos edificios y terrenos suficientes para la construcción de una escuela en la barriada de Benzal, donde él había nacido. Durante 18 años costeó dicha escuela en su pueblo natal y ayudó a restaurar iglesias y caminos rurales.
En 1928 fue nombrado Hijo Adoptivo de Pulpí, en presencia de los arqueólogos y amigos suyos como Luis Siret.

Traslado de sus restos
En 1977, el pueblo de Pulpí consiguió permiso para trasladar a un panteón sufragado por los vecinos los restos de su paisano más preclaro: aquel Emilio Zurano, aquel pulpileño, nuestro Miguel Hernández particular, que desafió a la suerte queriendo ser algo más que un pastor de ovejas.

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