“Quiero ser un sacerdote abierto a todas las situaciones de Águilas, cercano a la gente”

La parroquia de San José cuenta desde hace unas semanas con un nuevo párroco, un hombre amable y tranquilo, de sonrisa perenne y dulce voz. Su vocación sacerdotal nació tras la experiencia de trabajar como misionero en Brasil y desde que se ordenó sacerdote ha pastoreado a la grey de diversos pueblos de la región de Murcia. Llega con ganas de trabajar, sobretodo con los jóvenes, y de proclamar el mensaje se amor de parte de Dios.

Pregunta.- Tiene usted un apellido poco común por estas tierras. ¿De dónde proviene?
Respuesta.- Yo soy vasco-navarro. Por parte de padre, navarro y por parte de madre, de San Sebastián. El apellido parece extraño, pero es un apellido normal en el norte. La gente pronto se lo aprenderá.

Pregunta.- ¿Conocía Águilas?
Respuesta.- Sí, hace años vine a encuentros de jóvenes, porque yo antes fui delegado de patronal juvenil de la Diócesis. Tuve varios encuentros y conocí la localidad y la realidad parr4oquial en el campo juvenil.

Pregunta.- ¿Al llegar qué se ha encontrado? ¿Cómo ve la salud espiritual de los católicos aguileños?
Respuesta.- Me he encontrado bastante pobreza, una parroquia raquítica en presencia juvenil. Por eso, creo que es un reto en nuestra parroquia de San José analizar esta realidad, centrarnos en ella y ver qué respuesta podemos dar para que los jóvenes puedan encontrar en Jesucristo su camino, su verdad, su vida, un ideal por el que merece la pena vivir.

Pregunta.- ¿Perfilan algún tipo de actividades para llegar a ese colectivo?
Respuesta.- Estamos ahora estudiando la realidad. Llevo aquí un par de semanas y difícilmente puedo situarme en la realidad concreta de la localidad. Pero sí, ése es uno de nuestros primeros objetivos. Entrar en el mundo joven para, no encima de ellos, sino con ellos caminar y ver qué proyectos podemos compartir juntos, siempre dentro de la dimensión evangelizadora de la parroquia. Desde aquí quiero enviar un mensaje a la población de Águilas para que esté comprometida con los jóvenes, que hoy están marginados, ignorados y muchas veces maltratados por los medios.

Pregunta.- ¿Cómo les presentaría Cristo a esa juventud?
Respuesta.- Como un amigo que confía en ellos, que cuenta con ellos, que les invita día a día a caminar dejando huella de amor, que se implica con las gentes que viven la pobreza, la marginación; y especialmente, Cristo se implica con otros jóvenes que están viviendo en la droga, una vida sin valores. Les invitaría a hacer un “botellón” cristiano. Es importante mover campañas de encuentro. Es importante que sepan que la Iglesia está con las puertas abiertas, que no juzga, no condena; al contrario, abre el corazón para, desde la realidad del joven, anunciar a Jesucristo.

Pregunta.- Además de a los jóvenes, ese anuncio irá dirigido también a otros colectivos. ¿Van a hacer campañas de evangelización en la calle o esperan que la gente vaya a la parroquia?
Respuesta.- En principio tenemos la Misión este mes de octubre, en la que pretenderemos que Águilas se vea realmente llamada a buscar valores profundos en su vida humana, y a nivel parroquial en su vida cristiana. La Misión pretende despertarnos. Es como decirnos “alto, el semáforo está en rojo”. Aquí hay un camino y queremos que esta Misión sea una oportunidad para reflexionar sobre cómo estamos viviendo, qué ideales tenemos, qué sentido tiene nuestra vida… Yo quiero que también trascienda a toda Águilas y, especialmente, revitalizar la parroquia. Lo que importa es que sea una comunidad de hermanos, que no vaya cada uno a lo suyo, sino unidos en esa familia cristiana.

Pregunta.- Aunque cuando se acerque el día sabremos más sobre la Misión, ¿nos puede adelantar algo?
Respuesta.- La Misión es lo que siempre ha sido la evangelización. Es un movimiento de salida. No de decir “que vengan”, sino de decir “vamos”. Y de hecho nosotros vamos a procurar ir al encuentro de todas las personas. Es seguir el ejemplo de Jesús porque es lo que Él hizo. Salió de la comodidad de su cielo. Como dice la Carta a los Filipenses, renunciando a su categoría, descendió y pasó por uno de tantos. Éste es el esquema dentro de lo que también hacía Jesús.

Pregunta.- ¿Y alguna actividad concreta de esa Misión?
Respuesta.- Uy, hay muchas. Tenemos que adaptar las actividades a la realidad de Águilas. Habrá mucha variedad, para jóvenes, para adultos, para mayores, para matrimonios y parejas… Actividades va a haber de todo tipo. Y finalmente, en la última semana de la Misión, llevaremos a cabo unos grupos de diálogo en casas.

Pregunta.- En ese “toque de atención” que nos comenta que son estas actividades, ¿cuál es el mensaje que quiere hacer llegar Dios a los aguileños?
Respuesta.- Un mensaje de alegría. Dios cuando ve el mundo se alegra porque ha salido de Sus manos. Y ha enviado a Su Hijo para que la humanidad no sea una humanidad rota por tanto egoísmo y problemas, sino que sea una humanidad donde brille la luz de la justicia, de la libertad, del amor, de la paz, de la bondad, del respeto a los demás. Dios creó el mundo para que el hombre fuera libre y feliz, no esclavo y desgraciado. La dirección que hemos tomado nos lleva a ser desgraciados y eso Dios no lo quiere.

Pregunta.- No sólo esclavos del mundo, sino esclavos del pecado. La Salvación es una cuestión de vida o muerte, ¿no cree?
Respuesta.- Exactamente, es una elección importante que se debe tomar en vida. Pero Jesús propone y no impone. Nos dice: “Si quieres, ven y sígueme”. Éste es el camino que te lleva a la felicidad, pero también hay otro camino que te lleva a un barranco, a un precipicio hondo donde te puedes estrellar. La iglesia está para proponer también, para invitar, para llamar y salir al encuentro.

Pregunta.- Para que nuestros lectores le vayan conociendo, nos gustaría saber un poco más sobre usted. ¿Cuándo nació su vocación?
Respuesta.- Antes de ser sacerdote diocesano fui misionero javeriano. Estuve en el seminario en Madrid estudiando teología y conocí a los javerianos, y fue cuando decidí adentrarme en la aventura de la misión en el Tercer Mundo, en Brasil, en el Amazonas. Allí conviví con tribus indígenas, en las que me encargaba de animar a unas cuarenta y dos comunidades de tribus. Visitaba a los enfermos y compartía con ellos las desgracias que sufren. Tras esta experiencia regrese a Murcia dónde termine carrera de Teología y comencé mi andanza en la Diócesis de Cartagena. Mi primer destino fue durante diez años la parroquia de Murcia de San Francisco Javier; después pasé al Palmar; de ahí pasé a Patiño; de Patiño a Beniel; y de allí a Águilas.

Pregunta.- ¿Cómo se lleva tanto cambio?
Respuesta.- Uno sabe que está llamado a estar siempre en camino para anunciar el Evangelio y no puede acomodarse y mucho menos aburguesarse, pero siempre la afectividad, el cariño y la amistad que vas creando con las personas que comparten la fe, hacen que sea duro coger la maleta y marcharse. Mi salida de Beniel ha sido muy difícil en el sentido del nivel afectivo. La gente nunca quiere que el párroco se vaya, porque siempre eres el paño de lágrimas, el que escucha el que acoge, el que está con el enfermo, el que procura ayudar en las necesidades humanas… Y son muchos años y se va creando una relación de cariño, de amistad, de familia y la ruptura supone un poquito de tristeza en el corazón. Pero yo he dejado Beniel y estoy dispuesto a integrarme plenamente en Águilas.

Pregunta.- Dicen que esa aptitud es la que tienen los buenos párrocos. Ya para terminar, ¿qué mensaje les manda a los fieles aguileños?
Respuesta.- No sólo a los fieles, sino a todos los aguileños, quiero decirles que estoy a su servicio, que cuenten conmigo para todo. Quiero ser un sacerdote abierto a todas las situaciones de Águilas, cercano a la gente, y quiero que compartamos esta amistad y este deseo de que esta localidad se convierta en una comunidad de hermanos, por encima de ideas políticas, religiosas, de clases sociales o incluso de razas.