De cartón piedra

Las nuevas normas, o mejor, la recuperación de las viejas, ha vuelto a dejar a un país tan bonito como Irán en evidencia ante el mundo, ya mil veces sorprendido por los disparates que los religiosos de todos los signos les hacen tragarse sin apenas rechistar. Pues eso, que los maniquíes femeninos de los escaparates de las tiendas de ropa de las ciudades iraníes deben cuidarse muy mucho de excitar al grupo social del sexo contrario. El dominante, quiero decir.

Y es que esas curvas marcadas, esos ojos cautivadores, esas piernas perfectas, esa ausencia total de celulitis, esos culos caídos hacia arriba, esas tetas apuntando a Isfahan, pueden poner endemoniado a cualquiera, leche. Y eso es lo que hay que evitar, que ya lo dice el libro santo de ellos ( que tiene mucho que ver con el nuestro, por desgracia ). La verdad es que un servidor ha hojeado el Corán que tiene en casa y no ha encontrado referencia alguna a los escaparates ni a los maniquíes femeninos. El profeta no llegó tan lejos, pero sus delegados en la tierra son capaces de interpretar lo que le salga de sus masculinos testículos.

La verdad es que en España tenemos un referente que, por conocido, posiblemente haya provocado que los ayatolás se hayan fijado especialmente en este evidente problema de orden público-sexual. Me refiero al problema que tuvo un conocido cantante español ( catalán por concretar ) con una maniquí ( de cartón piedra, para concretar más ), que era la gloria vestida de tul, con la mirada lejana y azul que le sonreía desde un escaparate, con la boquita menuda y granate, limpia y bonita, arregladita como para ir de boda. Hombre, es que con esas características uno se pone endemoniado ( con perdón de los libros sagrados), y de ahí que se intente evitar que la peña haga un disparate o peor, se aleje de la mezquita. Y más cuando piensas que ella esperaba a Juan Manuel en su vitrina verle doblar aquella esquina, como una novia, como un pajarillo, pidiéndole libérame, libérame y huyamos a escribir la historia. Joder es que con esas palabras de una chica tan atractiva y solitaria, que está siempre en ese mismo lugar, de San Esteban a Navidades, no hay humano cristiano o musulmán que se resista. Finalmente, Juan Manuel rompió el cristal de una pedrada , un día de luna llena del mes de Marzo y bailaron un vals, un, dos , tres, un, dos, tres ; todo daba igual. Pero luego llegaron ellos, le sacaron a empujones de su casa y le encerraron entre esas cuatro paredes blancas, donde vamos a verle los amigos, de dos en dos y de seis a siete.
Así, espero se entienda mejor que los ayatolás saben lo que necesitan los hombres de la actual Persia más que ellos mismos, y tienen la obligación de prevenirlos de ellos mismos. Los muy cabrones……………..

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