El artista aguileño Pedro Juan Rabal presenta en Rojales un cuadro en homenaje a Sorolla
Joaquín Sorolla plantaba el caballete en las playas valencianas, mezclando sus óleos luminosos con la brisa mediterránea y trazando torsos, cabezas y mástiles al ritmo de las olas del mar. En el centenario de su muerte, Pedro Juan Rabal ha querido rendir homenaje al maestro de pintores con un cuadro surgido bajo la misma luz que inspiró al valenciano inmortal.
Nacido en el municipio pesquero de Águilas, junto al mar Mediterráneo, iluminado por el sol de Levante y forjado en las aulas universitarias de Altea la blanca, Rabal inició su carrera artística pintando estampas marineras, barcas y caballos. Recogiendo esos momentos de la vida cotidiana que permanecen, siglo tras siglo, a la espera de aquellos que sepan reflejar su luz y sus colores sobre el lienzo. Siguiendo las huellas que Sorolla dejó, tan hondas, sobre la arena de la playa.
Con ocasión de Rodearte, los trazos alegres y rebosantes de vida de Pedro Juan Rabal vuelven a iluminar las Cuevas del Rodeo de Rojales, en este cuadro de Homenaje a Sorolla. Una pieza de grandes dimensiones (150 x 92 cm), de técnica mixta (acrílica, pastel, spray, óleo y óleo en barra), que sigue la serie comenzada por los animales oníricos de Dalí y continuada por el Guernica ucraniano de Picasso.
Un lienzo de gran formato que podrá ser visitado, primero en la Sala Mengolero y luego en el Museo Arqueológico de Rojales, donde el maestro valenciano, de espaldas a sus olas y sus niños, se funde con su obra y contempla cara a cara al visitante. Como el mismísimo Velázquez de las Meninas en el que discípulo y maestro, Pedro Juan Rabal y el gran Joaquín Sorolla, bañaron sus primeros pinceles.
Un cuadro ágil, en el que los niños parecen correr empujados por el viento del mar y el propio espectador debe alejarse con cuidado, los ojos empapados de la luz mediterránea, para que las olas no le salpiquen al desbordarse del lienzo.
Escrito por Antonio Marcelo