La historia del Teatro Romea de Murcia
El teatro en 1899
La historia del teatro lo vincula a los incendios. El 8 de febrero de 1877 las llamas fueron provocadas por un fallo en el sistema de iluminación, que funcionaba con gas. Justo Millán reconstruyó el teatro, cambiando incluso su fachada (la cual mantiene en la actualidad). En este primer incendio no hubo víctimas mortales.
Otro incendio volvió a suceder el 10 de diciembre de 1899 mientras se representaba la zarzuela Jugar con fuego. Esta vez sí hubo víctimas mortales. Justo Millán se encargó nuevamente de la reconstrucción del teatro. Tras estos sucesos, comenzó a difundirse una leyenda sobre la maldición del convento expropiado: se cuenta que un monje maldijo el teatro para que hubiera tres incendios. El primero no dejaría víctimas mortales, el segundo sí, y el tercero destruiría por completo el teatro junto con todo el público cuando estuviera completo el aforo. Desde entonces nunca se completa totalmente el aforo del teatro, pues se deja al menos una butaca vacía para evitar que la maldición se cumpla.
Este “teatro maldito” fue reinaugurado por la reina Sofía en 1988 tras la modernización de sus instalaciones y sigue siendo uno de los lugares más destacados de Murcia. Además, esconde numerosos secretos: uno de ellos es el de la música de su fachada, donde encontramos bustos de piedra de Beethoven, Mozart y Liszt. Más abajo se sitúan cuatro medallones que homenajean a dramaturgos murcianos.
Como datos adicionales, se cuenta que la butaca que se deja vacía es negra y está situada en el palco décimo de platea, y que el telón es una verdadera obra de arte pintada por Emilio Sala, regalo de los actores María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza. En él aparece una musa que parece ser Talía (comedia) o Melpómene (tragedia).
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