El pueblo de Águilas honra a su patrona entre vítores y flores

Cientos de fieles rindieron su tributo a la Virgen de los Dolores, patrona de Águilas, en su día grande. La jornada se inició, como es tradición, con la celebración de la Santa Misa en honor a la Dolorosa en la Iglesia de San José, siendo ésta oficiada por una amplia comitiva sacerdotal encabezada por el obispo de Lugo, Monseñor Alfonso Carrasco Rouco, quien también ejerció como pregonero de la entrante Semana Santa. La parroquia fue adornada para la ocasión con bellos ramos de flores blancas y moradas, que, junto con el incienso, imprimieron su aroma primaveral al acto. Presidiendo la Eucaristía, la imagen de la Virgen de los Dolores ejerció de anfitriona de los aguileños y foráneos que llenaron completamente el templo. Entre ellos, no faltó una amplia representación de los Grupos Políticos aguileños, de las Cofradías de Semana Santa y de diferentes asociaciones locales.

Lo más destacable de la ceremonia religiosa fue la predicación central a cargo de Monseñor Carrasco Rouco, quien emocionó a los fieles diciendo que “la Virgen de los Dolores es la manifestación suprema de la victoria de Jesús en la Cruz”, ya que ni el sufrimiento profundo de ese momento pudo separarla del madero; no renegó de Él, ni de Su destino, sino que aceptó los dolores, como el Hijo los había aceptado, sabiendo ver más allá la obra suprema de amor divino. Por eso, Monseñor Carrasco, animó a los creyentes a seguir el ejemplo de María como madre de soledad, de dolores, de piedad, pero también de gloria, destacando de ella su humildad, su silencio y su comunión con la Iglesia.


Pregón de Semana Santa

Una vez acabada la Santa Misa en honor a la Virgen de los Dolores, dio comienzo el pregón de Semana Santa 2010. Juan María Vázquez, pregonero de 2009, presentó a su sucesor en este cometido anual, destacando las raíces aguileñas del obispo de Lugo, pregonero de la Semana Santa de 2010. Monseñor Alfonso Carrasco Rouco, dedicó su arenga a la Pasión de Cristo, pintando un magnífico cuadro desde Jetsemaní hasta la Resurrección, en el que destacó dos extremos, el pecado y el amor. “La superación de las dificultades como prueba del amor es una experiencia común en la humanidad”, comenzó diciendo; sin embargo, el hombre, por mucho que ame, nunca podrá vencer a la muerte, pero el amor de Dios manifestado en su Hijo Jesucristo, derrotó a la muerte y abrió el camino a la Vida Eterna. Según expresó Monseñor Carrasco, el pecado fue el culpable del sufrimiento de Cristo, pero también lo que motivó su manifestación de amor, ya que Jesús, a pesar del dolor y de la muerte, asumió la situación del pecador. “Aceptó el destino del pecador como propio. Jesús no huyó de los dolores de la muerte, sino que los asumió por amor”; y más adelante, el pregonero de esta Semana Santa añadió que “la verdad más profunda del sacrificio en la Cruz sólo se entiende desde el amor”.
En un tiempo en el que la familia está siendo zarandeada social y políticamente, el obispo de Lugo hizo referencia a la Iglesia como la esposa purificada por Cristo en el Gólgota, pero no entró en temas espinosos tristemente de actualidad como la Ley del Aborto, sino que su Pregón se mantuvo en una exquisita y reverente línea teológica. “Traición, abandono, condena injusta, golpes, burlas, crucifixión… En la Cruz la situación dramática de Jesús se convierte en un ofrenda”, continuó leyendo el obispo, ante un foro sobrecogido y emocionado ante el hecho de que esa ofrenda además fue voluntaria, como bien explicó Monseñor Carrasco al hacer referencia a Jetsemaní, donde Jesús aceptó la Voluntad del Padre y no la suya, llegando a sufrir un dolor tal que sudó sangre. “En Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo”, finalizó el pregonero.
Tras concluir la arenga pasional, el alcalde, Juan Ramírez, le hizo entrega de una insignia, que el religioso prometió colocarse tras desvestirse las ropas sacerdotales. También el cabildo de Cofradías, en la persona de su presidente, Sebastián Muñoz, le obsequió con una placa de plata. Y el presidente del Paso Azul, José Cáceres, le ofreció una bonita cerámica en nombre de su Cofradía.

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