Otoño “enajenado”

Desde que leyera por primera vez los Sonetos del Amor Oscuro de García Lorca, me hizo honda mella la construcción “otoño enajenado”, perteneciente a los dos últimos versos del soneto…. “..y decora las aguas de tu río/ con hojas de mi otoño enajenado.

Nunca sabré el por qué de este hecho, aunque ahora que se acerca esta nostálgica estación del año, y mi persona ya ha superado con creces el símil temporal, parece que una luz se enciende, o simplemente la propia “nostalgia” sirve de ayuda para comprender ciertos gustos o bien imágenes impactantes. Si el término “enajenado” significa, según el diccionario: “dicho de una persona que ha perdido la razón de una manera transitoria o permanente”, y esta definición se asocia al vocablo “otoño”, aparece en primer término la figura de la personificación.

Si se entiende por otoño la edad madura del poeta,o en su caso, del protagonista del poema, se llega a la conclusión de que efectivamente la evocación es inmediata: una madurez falta de razón. Pero hoy, entrando el otoño estacional y entrado el temporal creo y quiero entender que no se trata de escasez de cordura, sino de “falta de necesidad de ella”. Un acto “voluntario” que uno se puede permitir a estas alturas.

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