Los microcefálicos

Partiendo de las observaciones realizadas durante los últimos años entre la gente de mi pueblo, creo estar en condiciones de plantear una hipótesis que, en la confianza de que sea bien aceptada, me atrevo a elevar al público de mi pueblo, y sus visitantes.

Siguiendo la teoría de Lamarck, teoría biológica de la evolución distinta a la de Darwin, según la cual los órganos se desarrollan según el uso que se les da, cualquier observador mínimamente avisado advertirá que hay una parte importante de la población, básicamente masculina, de entre 15 y 20 años, que está desarrollando un aspecto fisonómico evidente, tienen el cráneo cada vez más pequeño: se están haciendo microcefálicos.

La cosa, al menos para mí, es preocupante porque si Lamarck levantara la cabeza, lo diría muy claro: “….es apropiado que el cráneo tienda a hacerse pequeño dado que el uso del órgano que aloja, el cerebro, es cada vez menos empleado por los sujetos, objeto de nuestra investigación, lo que viene a corroborar mi teoría, que el señor Darwin intentó echar por tierra…..”. Pues bien, siguiendo el ejemplo que este científico puso hace 196 años en su libro “Filosofía zoológica”, que hablaba del incremento de la longitud del cuello de las jirafas en su busca de frutos en las copas de los árboles, podemos colegir que en la época que nos toca vivir se está produciendo algo similar con una parte de la población, que ahora aplaudimos y nos divierte con eso de que “pasa de todo”.

El paciente lector de este artículo puede localizar al sujeto al que me refiero con facilidad: suele ser ése que se pone junto a ti en el semáforo, habitualmente se lo salta, siempre va sin casco y emplea la parte exterior del cráneo para aplicar unos cortes de pelo extraños pero repetidos en la tribu de forma que da la sensación de que el trasquilador de borregos ha pasado por la zona haciéndoles parecer una manada más que un grupo social. Muchas veces se hace en la piel unas marcas indelebles de tinta, y se aplica aretes en las orejas, tal como se hacía en la antiguas Indias occidentales.

También se puede identificar por el sonido, el que suele producir el vehículo que cabalga, que siempre hace más ruido que el resto, por elección personal , y desidia de los vigilantes responsables de evitar que unos nos molestemos a otros.

Otras muchas veces se pueden identificar porque son los conductores habituales de motocicletas de cuatro ruedas, llamadas quads, que molestan sensiblemente más que el resto de los vehículos que circulan por nuestra ciudad ( los conductores de quads que tienen la cabeza gorda están fuera de este grupo zoológico ).

Suele coincidir que no respeten la mayor parte de las normas por medio de las cuales la mayoría nos respetamos mutuamente, como efecto añadido al menor empleo del cerebro, al menor número de conexiones neuronales a que están sometidos. Porque no las usan…..

Con estas características, y algunas más que prefiero no hacer evidentes hoy, se reúnen las necesarias para definir al microcefálico de mi pueblo (seguro que en otras poblaciones hay muchos más, pero esos no me preocupan) .

Más adelante la teoría de Lamarck nos habla de que esos mismos caracteres adquiridos son heredados por los descendientes . Vaya tela, los hijos de los macarras de ahora serán también microcefálicos, lo que los distinguirá aún más que ahora sus progenitores, a pesar de que algunos saldrán de estas normas de conducta que he definido y que me parecen, al menos, insolidarias con el resto de los miembros que tenemos la cabeza más gorda, con todo lo que de positivo conlleva, dadas las circunstancias.

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