En 1899 llegó a Lorca el gran arte del cine mudo

EN BLANCO Y NEGRO
El documento que lo acredita se encuentra en el archivo del Fondo Cultural “Espín”
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El cine mudo llegó a la capital murciana en el año 1896, extendiéndose por casi todo su territorio durante el año 1897. Se conoce, documentadamente, una fecha exacta en la que este cine llega a Lorca, el 13 de marzo de 1899. Sin embargo, parece un plazo muy tardío, dos años en blanco, sobretodo teniendo en cuenta que la difusión de esta profesión comenzó con un carácter itinerante.
El documento que acredita la llegada del cine a Lorca, consiste en un documento de la época depositado en el archivo del Fondo Cultural “Espín”. Se trata de un pasquín con formato de programa de mano y textura de papel de periódico que, con toda probabilidad, sería distribuido por las calles de Lorca durante los días y horas inmediatamente anteriores al acontecimiento. En él se oferta a sus ciudadanos un “Espectáculo no visto en esta población”, el Gran cinematógrafo Lumiére, esa misma noche en tres “secciones”: a las 8, las 9 y las 10, a celebrar en el Teatro Guerra.

Este espectáculo tenía duración de una hora y estaba compuesto por once cuadros de apenas unos minutos de duración cada uno. Respecto a los precios eran de 40 céntimos para una entrada de butaca y 20 céntimos para una de paraíso. Son precios muy bajos, aun teniendo en cuenta las condiciones sociales y económicas de los ciudadanos lorquinos de la época.
Los resultados obtenidos en Lorca no debieron ser muy malos, ya que continuaron con esta actividad, presentando su espectáculo ese mismo año en la Feria de Murcia de septiembre. Aunque no sabemos exactamente con qué regularidad, sí es cierto que en años sucesivos volverían a Lorca, con importante mejoras técnicas introducidas en sus proyecciones.
Es a partir del año 1905 cuando aumentan las noticias sobre la exhibición de cuadros. En abril de este mismo año está en Lorca el “Palacio Luminoso” de los empresarios Agar y Minuesa, concretamente en la Plaza de Colón, con una enorme cantidad de películas que ofrecer. Es interesante resaltar el precio de las entradas: 30 céntimos para las sillas de preferencia y 15 céntimos par las de general. Teniendo en cuenta que una barraca de madera y lona no ofrece, lógicamente, las mismas condiciones de confort que el Teatro Guerra.
Para la Feria de este mismo año (octubre de 1905), la barraca de Agar y Minuesa, en Colón, es reemplazada por la del Gran Cinematógrafo Cámara y su “Pabellón Modernista” con su selección de películas “El amante de la luna”, El honor de un padre” y “La visita de Alfonso XIII a París”. Francisco Cámara Pérez, propietario de este espectáculo promete volver para mayo de 1906 y podría ser el marido aguileño de Matilde Bolsi, empresaria de espectáculos.
Poco a poco va creciendo el interés, entre los ciudadanos, por las proyecciones de películas. Este interés es ya una costumbre establecida cuando en marzo y abril de 1906 el “Gran Cinematógrafo Pathé” se instala en la inevitable plaza de Colón. El nombre del propio, Sr. Manresa.
La capacidad del barracón se encuentra entre 500 0 600 espectadores que llenarán el local durante los dos meses de estancia de éste en la ciudad. Lo cuál nos hace pensar que la afición al cine en la ciudad debe estar ya muy extendida, cuando una empresa de este calibre decide hacer un alto tan prolongado en su largo recorrido, precisamente en los meses más valorados por este tipo de empresas que instalan sus frágiles construcciones a la intemperie.

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