Un buen viaje

Siempre viene bien. Una buena escapada viene siempre bien al cuerpo y al espíritu, que decía el romántico del XVIII. Me refiero a una escapada viajera, no a pegar un buen viaje, sino a regalarse un viaje bueno, que la riqueza de nuestro idioma es tanta que puede dar a entender mil ideas con las mismas palabras. El caso es que, bien empleado (el idioma, digo), debe ser una delicia pero, desgraciadamente, los españoles de tipo medio no acabamos de llegar al nivel de vocabulario suficiente como para hacer alarde de castellano, que ya quisiéramos.

Bueno, al tema, que me rascullo entre las palabras: algunos no pensarán que ir a Marruecos es darse un buen viaje.
Mal informados , sin duda.

El norte de África se divide en Túnez, Libia y Marruecos. Túnez no tiene mayor interés por lo excesivamente turistificado (vaya tela) que está en la actualidad, Libia es el tesoro por descubrir, después de tantos años puteado por occidente; que puede que el tal Gadaffi sea un déspota, pero su pueblo no es culpable de ello, ni las bellezas de su país debían estar ocultas tanto tiempo.

Pero nos queda Marruecos , ese sí es un tesoro descubierto y accesible. Que tienen un rey joven pero que no trabaja para su pueblo, es cierto, pero al menos nos deja a los infieles ir de cuando en cuando. Y qué menos que una vez al año. En ese periodo no se ven muchos cambios, ni en 20 años de espacio entre una visita y otra, tampoco, pero los niños de entonces hacen ahora dos cosas: mantenerse en las cafeterías de Tánger o Larache tomando un te tras otro con los amigos o trabajar en el tomate en Ramonete.

Las expectativas de la juventud marroquí no son muchas y la preparación de unos pocos no parece conseguir elevar el nivel de vida del resto. Va a ser que los desertores de la escuela superan a los que se aplican. Y si se aplican mucho y bien, también acaban largándose.

La culpa va a ser de esa monarquía divina del padre Hassan y del niño Mohammed, que han preferido mantener a los marroquíes contra las cuerdas en lo económico, sobre todo.
El caso es que ese contraste brutal que se produce tan sólo cruzando el estrecho, en unos 15 kilómetros, entre nuestra Europa del siglo XXI y la África del XV, sigue siendo un impacto aunque lo vivas cada año. El Marruecos medieval aún sigue estando ahí abajo.

El problema del rey es que la cantidad de parabólicas en los tejados de las casas más miserables (y en las otras también, por supuesto) ha aumentado exponencialmente, con lo que la información que les llega por la ventana más peligrosa de cada casa es cada vez mayor. Lo que no tengo muy claro es si la orientación de las parabólicas va hacia las emisoras árabes integristas, de lectura de Corán diaria, o hacia Europa, con anuncios de coches impresionantes, chicas vistiendo lencería más impresionante (y sin pañuelo en la cabeza). La cuestión es que aquello un día, explotará . Y no podremos ir de visita, con lo mucho que nos gusta a algunos.

Como consejo a los nuevos visitantes: olvidad el hotel y alojaros en Riads, de siglos precedentes si es posible. La impresión de la que hablaba será entonces mucho mayor.

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