Derecho a vivir
Parece ser que lo “macabro” ha invadido nuestra cotidianeidad como en su día lo hicieran otros fenómenos sociales, tanto o más delicados como el que ahora ocupa páginas enteras de diarios y cabeceras de los sumarios audiovisuales.
Y peco de condescendiente al utilizar este adjetivo, ya que a todas luces es “incalificable” la manipulación de la que somos testigos diariamente acerca del dolor y el sufrimiento, pero sobre todo lo es más aquella que se refiere a la vida o la muerte. Me parece un hecho vergonzoso e inmoral que se cuestione, y de “manera legal” el derecho a una muerte digna, cuando constantemente asistimos a un número incontable de “muertes” sin poner en tela de juicio su dignidad o falta de ella.
El poner fin a una vida lleva intrínsecas las mismas contingencias en cualquiera de los casos, por lo que la única pregunta posible que cabe es la que encabeza estas líneas, es decir, ¿quiénes ostentan el derecho a vivir? .
Esa es una de las grandes vergüenzas de la llamada civilización. Lo demás es, como de costumbre, “tapar bocas”, o lo que es lo peor, jerarquizar la valía de unos pocos frente a muchos.