Agua va!!!

Quizá para el viernes, que saldrá este semanario, ya se sabrá cómo queda lo del tema del agua del Ebro para Barcelona. Que otra cosa no sé pero raro es. Bueno, y otra cosa también.

Es raro decir durante años que no a una cesión de agua sobrante para regiones semidesérticas y que ahora se acabe cediendo para una gran ciudad que, por primera vez, se ha puesto de secano. Lo propio es que si no hay agua para unos tampoco las haya para otros. O mejor, para ser positivos, si hay para unos, que la haya para los otros, que además estaban antes en la cola de pedir. No se si me explico pero como somos murcianos, es fácil ver por dónde voy.

La cuestión, de cualquier modo, no es tan simple como meter en el mismo saco las cuatro necesidades de agua, la de Barcelona y la de Valencia, y Murcia, y Alicante.
La cuestión es decidir de quién depende la decisión de aprovechar ese agua que va al Mediterráneo. Se acaba de sacrificar a la ministra que había defendido que nanay de trasvases, pero no acabo de ver si el presidente de Aragón se le ha retirado la capacidad de decidir que no da el agua que le sobra.

Se ha debatido mucho de si los costes de ese trasvase son más que suficientes para evitar que se hagan, que si para abajo no pero para arriba, ya veremos.

La cuestión principal es que se trata de una decisión que no puede estar en manos de cutres presidentes de autonomía, de sujetos que sólo funcionan a toque de pito electoral y que se aseguran el sillón haciendo del paisanismo una virtud.

En la época de la globalización, leches ya.

Que el Estado haya hecho dejación de sus responsabilidades más importantes, como la educación, la sanidad y el reparto equitativo de las riquezas de este país, ha conseguido el efecto genial que ahora nos encontramos: un maño bruto que decide que de su río, el más caudaloso de España, no sale agua para Murcia. A un caduco presidente huertano que compensa su agotado proyecto para Murcia con la campaña “Agua para todos”, de la que sale victorioso cada vez que hay elecciones. Ha encontrado una veta, y la ha sabido aprovechar. Pero alguien se lo ha puesto a huevo. Eso es, el Estado, que ha permitido que existan, quinientos años después, virreyes.

Que esos virreyes cutres se mantengan, se eternicen y ganen las elecciones porque han acertado con un mensaje facilón para que lo capte la peña, que no se calienta mucho la cabeza habitualmente, y que se hace una piña cuando le tocan lo suyo. Y esos cutres saben explotar bien los bajos instintos en su beneficio. Son muchos años.

Unas normas establecidas por el Estado, por papá-Estado, que sean válidas para todos, para cualquier época y que no se cambien al pairo de unas elecciones puede ser una solución para este desmadre de políticos exhibiendo dientes ante otros tan pueblerinos como ellos. Pero el Estado ha hecho dejación, ya no es fácil recuperar competencias.

Se las han dado a quienes no tenían capacidad para tomar según qué decisiones y la han cagado. Las decisiones que afectan a unos españoles sobre otros , o en perjuicio de otros, no deben estar en manos de virreyes, debe ser Salomón el que reparta lo que hay.
Y el salomón de hoy se llama Zapatero.

Al menos hasta que las desaladoras resuelvan el problema definitivamente.

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