Intolerancia

Es curioso, o quizá mejor definido : inquietante ; cada vez que escribo sobre Israel salta alguien, ligeramente intolerante, o imbuido de una sabiduría milenaria y asumida sin mayores criterios ni exigencias intelectuales que me echa los perros.

Es como tocar una espita que suelta un gas venenoso que intenta, a punta de dogma de fe, acabar con cualquier intrépido que se interponga en el camino a lo que parece ser les está prometido por alguna lectura ajena al sentido común, o por un mal entendido camino a seguir, fuente de todos los miedos mantenidos desde siglos por una excluyente secta a la que mi práctica ,o quizá somera inteligencia, no me permite acercarme.

Debe haber algunas teclas inabarcables que el que suscribe, modesto colaborador literario de este medio, ha debido tocar sin percibir que pudieran estar envenenadas y debería haber detectado que no me conviene acercar estos groseros dedos ya que nunca alcanzaré el conocimiento suficiente para debatir sobre ello, y mucho menos aspirar a una salvación que no merezco.

Lo que no quita para seguir creyendo que los resultantes vivos del holocausto , que sí existió ( uno más de tantos holocaustos ), usurparon la tierra de los miserables a los que pudieron doblegar con costosas bombas americanas. Y así vamos ya para 60 años.

Refugiarse en las lecturas, sin duda inapropiadas para gentes con criterios propios, para afrontar debates es como saltar con red. Mi red es la de tantas personas que no dejamos que nos manipulen, o sea ninguna ; mi propio entendimiento es el que me permite afrontar la vida con más valentía o inconsciencia que la del que se salva seguro de la quema. A la mayoría no nos espera nadie al otro lado, es la desgracia del que ha decidido no perderse entre esas páginas que no acaban de demostrar más que la gran habilidad para aliviarles del gran miedo , del miedo a morir.

Murió, posiblemente, con dignidad Sadam porque le mataron sus enemigos , dijo. Pero la dignidad de los que le trenzaron la cuerda se ha quedado tambaleando. El asesinato de un asesino no sirve de ejemplo. La pena de muerte es un escarmiento legal, pero se sostiene muy poco como ejemplo moral.

Apartar de la sociedad a los que han demostrado ser perjudiciales para ella es lo propio y tenemos herramientas para ello, pero matar a un ser humano, por muy hijoputa que sea, no demuestra sino miedo y cobardía en quien lo ha alentado, como el otro hijo….. : mister Bush.

Otra cosa es que salve su alma y pueda recrearse entre no sé cuántas vírgenes musulmanas por ser un mártir. Manda huevos, la gente cómo está , con la cabeza tan mal amueblada.

Los libros, mal entendidos, pueden conseguir lo que consiguieron con don Alonso Quijano , que ahí le tenemos como una muestra pervertida de otra lectura absorbente.
Y bueno, cada uno se flagela con lo que mejor tiene a mano.

Lo que ocurre, cada vez más, es que algunos, muchos creo yo, evitamos que nos flagelen. Y tan contentos y felices, en nuestra miseria. La muerte va a venir lo queramos o no, que casi nunca la deseamos, pero pasarse la vida cagadito también es una pena. Si alguien espera recrearse allá arriba , que nos deje , al menos, a los demás asumir las cosas con los pies en el suelo y expresarnos con tan amplia libertad y tan poco temor espiritual que nos da tanto placer.

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