Opinión// «El hombre es un lobo con el hombre»

Por Francisco José Motos

Esta conocida locución latina “Homo homini lupus” el hombre es un lobo para el hombre, me sirve para intentar explicar tantos sentimientos encontrados, tanto desconcierto y desconsuelo que nos está procurando el estado actual en el que nos hayamos inmersos.
Pues bien, si que el hombre es un lobo con el hombre, y he de decir; hasta que llegó la covid19 y devenimos en perritos falderos, desorientados, frágiles y asustados hasta la extenuación.
Un bicho microscópico ha confinado a medio mundo en sus casas, aquellos que han tenido la suerte de tenerla que como bien sabemos hasta una situación de pandemia tan extrema como esta va por barrios, por así decirlo, por mucho que se empeñen en decirnos que es simétrica. No es lo mismo tener que estar confinado en una vivienda con unas condiciones buenas y con todas las comodidades, que tener que hacerlo en una infravivienda, o aún peor; en ninguna por no disponer de ella.
Decir que nadie podía prever, hace apenas unos meses, que nos íbamos a encontrar inmersos en esta situación cuasi apocalípticas, al menos en algunos tramos, al menos en algunos lugares, es algo que cae por su propio peso, y da una idea bastante precisa de lo mucho que dependemos unos de otros: y todos de la naturaleza en sus múltiples expresiones.
Es mucho más acusada y cierta esta reflexión en Lorca, que cuando esto escribo recordamos con dolor que hace 9 años del infausto terremoto que asoló nuestra ciudad. Otra vez la naturaleza mostrándonos su lado más violento y destructor.
¡Y qué es si no! una muestra más de esa capacidad de ponernos en nuestro sitio, de una manera terrible eso sí, la propagación de un diminuto virus que ha golpeado con fuerza nuestra forma de vida, nuestras falaces creencias de control y las supuesta autosuficiencia con la que nos manejamos como especie.
Lo cierto es que nos hemos dado cuenta, hemos sido y estamos siendo muy conscientes, de que no hay nada cierto en verdad. Todo es mutable, frágil y efímero por mucho que nosotros nos empeñemos en creer lo contrario. Un pequeño, minúsculo bicho nos ha puesto contra las cuerdas, nos ha cambiado los hábitos por completo, ha provocado el caos. Y lo que es aún más triste y dramático: ha acabado y sigue haciéndolo con un gran número de vidas humanas que han tenido que ser enterradas sin la posibilidad de consuelo de sus seres queridos. La muerte en soledad es una muerte más abyecta aún.
Nos queda el consuelo de ver tantos gestos de generosidad y entrega (personalizado en todo el estamento sanitario) aunque es extensible a tantos colectivos y personas que de una forma ejemplar están dando lo mejor de si mismos para que todos podamos llevar esta terrible prueba lo mejor posible.
Vaya para todos ellos mi admiración y mi reconocimiento. Y para aquellos que han perdido la vida y sus familiares, un sentimiento de fraternidad y de consuelo en la medida de lo posible.
Y finalizo casi como empecé el articulo:
El hombre es un lobo con el hombre, hasta que llegó la Covid-19 y devenimos perritos falderos. ¡Qué gran lección de humanidad! Pero a que terrible coste.

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