El odio a los perros

Este verano he estado observando hasta qué proporción la gente odia a los perros.
No me refiero a esos dueños de mascotas que, en llegando Agosto, les dan rienda suelta por las calles de la ciudad y los abandonan para poder disfrutar así de un veraneo sin compromisos ni obligaciones. Me refiero a los que se traen los perros al piso, al dúplex en el mejor de los casos, a pasar un caluroso verano como estamos sufriendo en los últimos años por mor del calentamiento global, el efecto invernadero, la desertización, etc. Y es que da una pena inmensa ver a esos perros Huskies siberianos, perros de pastor de pelo largo del norte de España o del norte de Europa, malamute, etc. pasando la gota gorda, paseados por sus dueños a pleno sol por las calles de Aguilas, con un palmo de lengua fuera de su habitáculo habitual, arrastrando las patas semiflexionadas de agotamiento, mientras que sus propietarios los llevan con una correa corta sobre el asfalto ardiente para que no se meen en el apartamento , pasean satisfechos mostrando el amor a los animales tan enorme que tienen, que no les han abandonado, como esos otros dueños insensibles. Por ejemplo, tengo un amigo que tiene una colección de perros japoneses de pelo bien apretado pero, al menos, ha tenido el buen criterio de regalarles un abanico. Y a mí que me parece que eso es , más bien, odiar a los animales , hacerles pasar esos calores a un animal de pelo espeso y largo sólo porque se puso de moda hace unos años el perro esquimal, por sus preciosos ojos azules, por el color de su bonito pelo, por su estampa realmente bella, porque era el capricho de la nena, o de la mamá. Me da la sensación que tener uno de estos ejemplares en la mitad sur de España es una mala faena para un perro polar. Es cierto que con los años se adaptará a las nuevas temperaturas, pero posiblemente tardará unos 500 años, el pobre.
Como se ponga de moda el oso ártico, compadezco a los plantígrados.
Muchas veces nos sorprendemos con la noticias de que hay cocodrilos en los embalses
de Madrid o pirañas en los de Castilla. Alguna bestia parda se ha cansado de mascota tropical y la ha largado, pero esto de los perros esquimales ya nos ha dejado de sorprender cuando el hecho es mucho más grave, al menos en la cantidad de casos.
Imagino el resto del día para el perro esquimal, encerrado en un piso de verano, sin poder ir a la playa porque está prohibido, sólo casi todo el día, resoplando el calor y con la lengua posada en el suelo de la cocina, junto a un gran cubo de agua y esperando a que sus queridos y amorosos dueños vuelvan de la playa o del paseo vespertino para pasarle una mano por la cabeza y lo saquen a mear . Se me ocurre que una buena tarea de la asociaciones protectoras de animales sería informar de las necesidades de una raza o de otra, para que el que compre una mascota evite maltratarlos. O mejor, enchiquerar a los dueños.

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