El mercadillo local continúa su particular guerra contra la crisis

Los tenderos ambulantes siguen afrontando la caída de las ventas

La crisis continúa colándose por cada rendija del ámbito económico. En el mercadillo de Águilas que cada sábado se instala en las inmediaciones de Las Molinetas, los comerciantes siguen haciendo frente a los estragos que está causando la dificil situación económica.


Para Juan Fernández, vendedor de zapatos, la situación se ha agravado seriamente en los últimos meses, registrando un descenso de las ventas de cerca del 40%. “Llevo toda la vida en este negocio y desde que comenzó la crisis sólo tenemos pérdidas y más pérdidas”, afirma, resignado.
En el puesto aledaño, su padre, José Fernández, atrae a la clientela con los últimos éxitos musicales. “El negocio ha caído de forma disparatada”, sostiene. Por esta razón, este aguileño, que comenzó su oficio cuando aún era “un chiquillo”, considera que el Ayuntamiento de la localidad debería cooperar con los vendedores rebajando las tasas mensuales que se pagan por los puestos. “Sólo en Águilas, cada sábado pagamos 20 euros por levantar el puesto. Es un coste muy alto, que está haciendo que muchos mercaderes tiren la toalla” relata. Otra alternativa, apunta, sería trasladar el mercadillo a un sitio más céntrico, “más cerca del pueblo y de mejor acceso para la gente mayor”.
Como él, Juan Ramón, vendedor de ropa, también opina que “en estos difíciles momentos el Ayuntamiento debería arrimar el hombro y rebajar las tasas, aunque sólo fuese temporalmente hasta que se superase el bache”. En su puesto, este comerciante vende prendas de mujer y restos de su antigua tienda que cerró cuando comenzó a azotar la crisis, hace ya un par de años. Carteles de “1 euro” y “3 euros” cuelgan desde lo alto del tenderete con el fin de atraer a una clientela que no está muy dispuesta a aflojar el bolsillo. Por ello, en muchos casos se ven obligados a rebajar los precios o aplicar descuentos para que la gente se anime a comprar. “Tengo medias de señora de muy buenas marcas que estoy vendiendo por sólo un euro y otras prendas que las cobro por 2 y 3 cuando su precio real es el doble, aún así cuesta mucho ganar un sueldo medio decente”, señala.
Brígida Cortés es madre de siete hermanos y, desde hace treinta años se gana la vida junto a su marido vendiendo calzado por los municipios de la comarca. Dedicada toda la vida al negocio, a Brígida le apena la idea de que esta actividad comercial, muy arraigada en algunos pueblos, acabe desapareciendo ante la afluencia de público que, lógicamente, también ha disminuido a raíz de la situación económica actual. “El mercadillo ya no es lo que era, meses atrás estaba atestado de gente, procedente de otros municipios, que venían a Águilas a comprar. Sin embargo, de un tiempo a esta parte nos estamos quedando solos”, añade. “Las ventas han caído considerablemente”, indica. “A ellos les van mal las ventas pero a nosotros no nos llegan los euros”, dice otra señora al tiempo que compra unas sandalias. “De estos pares que acabo de vender sólo sacamos 50 céntimos. Y doy gracias, porque otras veces ni siquiera eso”.

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