JOAQUÍN SABINA NOS REGALARÁ ESTE ENERO SU MES DE ABRIL

Cuando diciembre se haga cargo del calendario, mis días gozarán decididos, previos a un enero de tránsito y a su tristeza inventada…
O no… de alguna manera, como en aquellas mañanas de carnes y banderas que habitaban el poema de Salinas: “La palabra iba suelta, vacante, ingrávida…”, Sabina nos devolverá su mes de abril a mediados de enero, como un regalo de reyes extraviado.
Sabina se reencuentra en su nuevo trabajo y no puede ocultar su satisfacción: “De discos anteriores nunca me habréis oído hablar bien antes de sacarlo, de este disco sí, porque me la ha puesto dura…me refiero a la nariz”, resaltaba el pasado fin de semana en una entrevista.

De nuevo, llegará con la afonía de su voz quebrada – más aún , si cabe- que contrasta con el cielo de su nueva musa, Marita Barros, o de un genio en la sombra, como es Panchito Varona.
Por la red de redes ya se puede escuchar alguna canción, a modo de adelanto…temas que, por cierto, nos traen a la memoria sus clásicos incólumes de bares de medianoche y vidas perras en calle melancolía.
Un mes después ya anuncia que arrancará la gira, acogiendo Murcia uno de sus primeros conciertos. En la Plaza de Toros se reencontrará con tres generaciones de seguidores, dispuestos a vivir, que no a oír, sus letras que cantan como nadie a la victoria, aunque su voz esté vencida y rota.
Yo estaré ahí, lo más cerca posible del escenario, dispuesto a volar sobre las alas de este cronista de la santa transición, de este juglar de cafés de medianoche y algún canuto con el que celebrar la vuelta de su unicornio azul. Y es que al flaco de Úbeda sólo le queda su talento. Claro está, más que suficiente.